La presentadora Aida Bao, directora de los informativos de fin de semana de la Cadena Ser, se ha encargado de sustituir a Jesús Cintora al frente del programa de RTVE ‘Malas lenguas‘ durante las dos primeras semanas del mes de agosto. El programa ha mantenido su doble edición diaria, a las 15:55 horas en La 1 y a las 19:00 horas en La 2, y ha seguido combinando la esencia del espacio de Cintora, un análisis periodístico de la actualidad política con un toque de humor para desmontar bulos.
¿Cómo ha sido su experiencia al frente de ‘Malas lenguas’?
Han sido unos días muy ilusionantes y divertidos, pero van a un ritmo frenético en la tele, incluso más de lo que me había imaginado.
¿Más que en la radio?
Son ritmos distintos. Esto son tres horas y media de directo al día y, para prepararlas, tienes que empezar muy temprano e, incluso, después de terminar el último programa, todavía hay parte del equipo que se queda pensando temas para el día siguiente. Digamos que la dimensión es diferente.
¿Cómo se ha sentido en el programa?
El primer día ya habíamos hecho pilotos, así que, más o menos, el plató sabía cómo funcionaba. Pero evidentemente, al añadirle el elemento de directo, le añade más presión a la combinación. Los retos han sido, sobre todo, aprender a llevar bien el ritmo. Me ha ayudado mucho Carla, la directora. Nosotros queremos tocar muchos temas, tenemos analistas muy potentes, y he tenido que aprender a que haya un equilibrio y que el espectador pueda escuchar bien todas las opiniones y todo el mundo tenga tiempo para hablar.
¿Con qué faceta suya cree que se ha quedado la audiencia?
Lo que me dicen los jefes y en casa es que se me ve espontánea. Eso creo que es bastante fiel a cómo soy yo en la vida real. Y eso me gusta porque siempre hablan de que la tele tiene que estar viva y tiene que conectar con la gente. La manera más directa de hacerlo es que vean que tú eres como ellos y que si tienes que hacer algún comentario improvisado en cualquier momento, lo haces sin ningún problema.
El programa se había consolidado con buenos datos de audiencia con Cintora y los ha mantenido. ¿Se ha fijado mucho en eso?
Se trataba de mantener el producto lo más fiel posible a lo que era y tener una continuidad hasta que volviera Jesús. He tratado de no darle mucha importancia porque ya hay un equipo muy grande de personas que ya lo van a analizar. Hemos estado más preocupados de que los contenidos tengan calidad. Es cierto que cuando recibes una buena noticia, te alegras y es un aliciente que te insufla más oxígeno para seguir trabajando e intentar dar lo mejor.
¿Por qué cree que el programa ha conectado tanto con la audiencia?
Malas lenguas trata la actualidad de una forma muy directa y aporta distintas visiones de esa actualidad política y social. Es fácil que el ciudadano pueda sentirse identificado. Si no es con un colaborador, con otro. Si no es con un punto de vista, será con otro. Además ahora estamos en un momento de ebullición política que está muy presente en la conversación pública. Si a eso le añades un poco de humor, que es lo que hacemos, y destensamos un poco, que es verano, es la guinda del pastel.
A nivel personal, ¿era este el tipo de programa que quería hacer en televisión?
Es un formato al que no estaba acostumbrada porque yo presento informativos, pero también me parecen muy interesantes los formatos en los que hay análisis.
El Consejo de Informativos de Televisión Española señaló la falta de pluralidad del programa. ¿Cómo intenta garantizarla?
A mí me parece bien que la televisión pública tenga mecanismos de control como es el Consejo, es necesario y tienen que estar aquí. Cualquier democracia como la nuestra tiene que tenerlo. Como profesional, lo que estoy tratando es que se escuchen distintas opiniones. Hay colaboradores que no tienen nada que ver unos con otros y posiciones diametralmente opuestas sobre el mismo tema. Buscamos que se les escuche a todos y el espectador pueda hacerse una composición de conjunto sobre algo y saque sus propias conclusiones.
Como presentadora, ¿puede ser imparcial?
Yo siempre digo que en el periodismo no existe la información totalmente imparcial. Sí que creo que existe la información honesta y una forma de ejercer el periodismo honesta, que es a lo que podemos aspirar. Todos somos seres humanos con una óptica concreta de la realidad que nos rodea y, aunque no quieras, porque buscamos que no trascienda, de forma inconsciente va a trascender. Se trata más bien de intentar aportarle al espectador todos los datos que debe tener para que él saque su conclusión.
¿Cómo vive haberse convertido en un personaje público?
Estoy un poco sorprendida. En estos momentos te das cuenta de la relevancia que tiene el mundo audiovisual. Intento no hacer mucho caso a lo que veo publicado, me preocupo de que todo esté bien, el equipo esté a gusto conmigo y el programa tenga calidad. A partir de ahí, como mucho miro las audiencias, pero procuro impermeabilizarme del resto.
¿Se preparó para las críticas?
Mi trabajo en la radio ya era público desde antes y estoy acostumbrada a ello, es normal. El conjunto de la población no tiene una forma de ver las cosas unánime. Se trata más bien de buscar las mayorías, de que haya una sensación general que sea buena sobre lo que haces. Evidentemente, siempre va a haber personas que no estén de acuerdo, a las que no les guste lo que haces, pero eso es algo con lo que ya cuento.
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