El
13 de mayo de 2024, un grupo de cismáticas del Monasterio de
Belorado firmaron un documento que aseguraba que renunciaban a la
Iglesia Católica y a todo lo posterior al Concilio Vaticano II.
Comenzaba así lo que en la opinión pública se ha conocido como ‘El
caso de las exclarisas de Belorado’. Sin embargo, las acciones de las
exmonjas de este monasterio de Burgos, que ya se venían gestando
desde antes, suscitan una profunda preocupación.
Tal
y como explica a COPE Luis Santamaría, teólogo español, experto en
sectas y miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las
Sectas, el cisma de Belorado no fue un acontecimiento espontáneo,
sino que responde a un «proceso anterior» que se desarrolló
«con muy poca transparencia, de forma oculta».
Las exmonjas de Belorado a la salida de los juzgados de Briviesca (Burgos).
Lo
que al principio pudo parecer una mera captación por parte de un
«falso obispo» y su «falso sacerdote» de la Pía
Unión de San Pablo Apóstol, pronto reveló su verdadera naturaleza:
«Muy pronto se vio que había una deriva sectaria clara dirigida
por Laura García de Viedma, la anterior abadesa», afirma
Santamaría. Según el experto, fue la exabadesa García de Viedma
quien «fue capaz de liar a sus hermanas en un delirio donde se
mezcla lo espiritual, lo religioso y lo patrimonial».
Una
líder capaz de manipular y generar fanatismo
Luis
Santamaría identifica varios elementos de carácter sectario que han
sido visibles ante la opinión pública en el caso de las exclarisas.
La figura de la líder, Laura García de Viedma, es central, pues ha
sido capaz de «arrastrar a sus hermanas mediante un discurso
irracional lleno de contradicciones». Santamaría la describe
como alguien que se ha «erigido como una nueva salvadora de la
Iglesia», presentándose como la verdadera garante de la
continuidad de la Iglesia Católica «de toda la vida»
frente a una «Iglesia conciliar» que habría abandonado la
tradición. Llega incluso a afirmar que «desde Pío XII no ha
vuelto a haber un Papa legítimo en la Iglesia».

Vista en el juicio verbal de desahucio de las exmonjas del monasterio de Belorado (Burgos)
El
experto observa un «fanatismo que crece en sus declaraciones, en
sus manifestaciones contra todo y contra todos». Las exmonjas se
consideran «las especiales, ellas son las que están en contacto
con Dios» pero, como afirma Santamaría «están mostrando
lo peor de la naturaleza humana y lo peor del resentimiento».
Engaño,
mimetismo y contradicciones internas
Uno
de los aspectos más preocupantes para Santamaría es la
manipulación, pues «las sectas engañan, las sectas manipulan y
las sectas hacen daño». Las personas, en las sectas, dice el
experto, «son un medio y no un fin».

Monasterio de Belorado
A
pesar de su ruptura con la Iglesia, las exmonjas de Belorado han
buscado una falsa apariencia para «ganar la batalla del relato y
del discurso» y «presentarse además en este caso como
víctimas de un arzobispo malvado, de una Iglesia desviada», tal
y como asegura Luis Santamaría. La primera y más evidente es que
continúan «presentándose como monjas clarisas con el nombre
que tomaron en su profesión religiosa», a pesar de que «ya
no lo son».
Estas
exmonjas rechazan el Concilio Vaticano II y no reconocen «al
Papa», rechazan innovaciones como la liturgia en lengua
vernácula y frente al pueblo. Sin embargo, Santamaría destaca una
«elección selectiva e interesada»: «se agarran a lo
más estético, lo más sorprendente, lo que más llama la atención».
Intereses
patrimoniales e instrumentalización de las religiosas mayores
«Por
supuesto que hay un aspecto patrimonial», afirma Santamaría,
refiriéndose al interés de las monjas en apropiarse de los
monasterios de Belorado, Orduña y Derio, así como el conocido caso
de los lingotes de oro. Aunque el experto no está seguro de «cuál
es el orden de importancia» si es el fin principal o si está
supeditado a la «megalomanía» de Laura García de Viedma.

Vista en el juicio verbal de desahucio de las exmonjas del monasterio de Belorado (Burgos)
La
utilización de las monjas mayores como «escudo» o
«recurso» es para Santamaría una táctica desesperada ante
la falta de argumentos jurídicos. «Es que no tienen a nada a lo
que agarrarse jurídicamente», señala, describiendo la
estrategia legal de sus abogados como «irracional». El
experto subraya que, en las sectas, «las personas son un medio y
no son un fin», y en este caso, se las usa de una «forma
tan miserable» para llevar adelante la ideología de la líder.
En
definitiva, el análisis de Luis Santamaría dibuja un panorama muy
inquietante en Belorado, donde la figura de la líder, el fanatismo,
la manipulación, el mimetismo y los intereses económicos se
entrelazan, perfilando un escenario que se alinean de forma
preocupante con los rasgos de una secta.