Al final de cada Liga, las pretemporadas siempre se recuerdan igual, como un espacio olvidado e invisible sin valor deportivo. Eso sí, una buena preparación veraniega tiene una importancia considerable a la hora de poner las bases adecuadas físicas de un equipo. Los resultados de los partidos preparatorios previos a la competición no valen para nada. No tienen relevancia ni esconden ningún significado. Cada doce meses se pierden en el abandono más profundo, en la intrascendencia.
El Real Zaragoza se encuentra ahora mismo en ese periodo del año, cargando pilas, que dirían los clásicos de este deporte, trabajando las piernas y el cuerpo, parte fundamental del ideario futbolístico de Gabi Fernández. De Gabi Fernández especialmente porque su propuesta va a estar basada en el esfuerzo (“los jugadores van a correr más que en toda su vida”, dijo en su presentación), pero también de casi cualquiera. Hace mucho tiempo que el talento no es suficiente en el fútbol sin que esté acompañado de sacrificio.
El equipo aragonés disputó el primer encuentro de la preparación veraniega en el Ibercaja Estadio contra el Deportivo Aragón, al que goleó por 6-0 tras jugar más de una parte en superioridad numérica. Fue el partido inaugural del campo modular, todavía sin público, la casa del Real Zaragoza durante los dos próximos cursos hasta que La Nueva Romareda esté terminada y el club y la ciudad entren en una nueva dimensión. Días después llegó el estreno con afición frente al Mirandés, también saldado con una victoria (2-0).
En el amistoso frente al filial, Ager Aketxe marcó dos goles de falta, dos tantos de golpeo directo con su zurda, privilegiada a todas luces. En la última temporada, el centrocampista vasco estuvo mal, perdido. Su rendimiento distó mucho de lo que de él se esperaba, uno de los factores que provocó que el equipo firmase una Liga lamentable, junto a situaciones similares de varios de sus compañeros también llamados a ser lo que no fueron. Aketxe había destacado en el Eibar, donde había marcado y asistido por doquier.
Grosso modo, el Real Zaragoza cambiará este verano a cerca de media plantilla. Entre los que seguirán si no pasa nada completamente inesperado hay futbolistas a los que el club necesita recuperar. Uno de ellos es Aketxe. En un contexto adecuado, el vasco rindió como uno de los mejores de Segunda en su etapa en Ipurua. En un entorno con problemas, sus prestaciones se hundieron en el último curso.
Sus dos goles contra el Aragón no tienen ningún valor deportivo pero pueden servirle emocionalmente para empezar a reencontrarse consigo mismo y al Real Zaragoza para volver a convertir en un activo a un jugador que siempre ha sido irregular pero de contrastada categoría. Ante el Mirandés, un disparo suyo se estrelló en el palo, rondando de nuevo el gol. Es un futbolista veterano, 31 años, pero que tiene mucho más de lo que dio en la última temporada. Quizá uno de los conejos, ahora que están tan de moda, que guarda este año el Real Zaragoza en la chistera.