Un gesto tan cotidiano, sencillo y al alcance de todos como es caminar puede convertirse en un potente aliado para cuidar nuestra salud. Según constata un estudio de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) con casi 80.000 pacientes, acelerar el paso, aunque sea solo durante un cuarto de hora al día, se asocia con una reducción de casi el 20% en el riesgo de mortalidad. «Se trata de una actividad tremendamente beneficiosa, de bajo impacto y adecuada para personas de todas las edades y niveles de condición física. También en el caso de poblaciones vulnerables que no tienen acceso a otro tipo de recursos», comentan los especialistas que han liderado este trabajo, publicado este martes en la revista de la ‘American Journal of Preventive Medicine’.
La investigación toma como punto de partida la información recopilada por el proyecto ‘Southern Community Cohort Study’, un ambicioso estudio que durante años ha seguido a decenas de miles de participantes de varias regiones de Estados Unidos. Durante este trabajo, los especialistas interpelaron a casi 80.000 personas y se les pidió que detallaran, entre otro, cuánto tiempo dedicaban cada día a caminar lentamente (como pasear al perro o caminar en el trabajo) y cuánto a caminar rápido (subir escaleras, andar con ritmo enérgico o hacer ejercicio). El análisis de estos datos reveló que incluso pequeños periodos de caminata rápida tan solo 15 minutos al día se vinculan con una disminución significativa del riesgo de muerte y, en general, con una mayor tasa de longevidad.
El análisisd desvela que incluso pequeños periodos de caminata rápida tan solo 15 minutos al día se vinculan con una mayor tasa de longevidad
Prevenir enfermedades del corazón
Los investigadores también observaron que los beneficios de esta práctica eran particularmente notables en la prevención de enfermedades cardiovasculares. El estudio, de hecho, demuestra que caminar rápido, al ser un ejercicio aeróbico, mejora la eficiencia cardíaca, optimiza la oxigenación del cuerpo y ayuda a controlar factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol elevado y la obesidad. «Nuestros resultados demuestran que algo tan simple como caminar a buen ritmo puede marcar una diferencia real en la longevidad, incluso en poblaciones con múltiples factores de riesgo», apunta Lili Liu, investigadora del Centro de Epidemiología de Vanderbilt y coautora de este trabajo.
Otro hallazgo especialmente revelador de este estudio es que, tal y como apuntan los análisis, los beneficios de caminar a paso ligero se mantienen con independencia de otros factores como la cantidad total de ejercicio físico que una persona realiza en su tiempo libre. Es decir, que incluso aquellas personas que ya se mueven de forma habitual, como por ejemplo caminando lentamente durante varias horas al día o realizando tareas cotidianas activas, pueden experimentar mejoras significativas en su salud y esperanza de vida si suman tramos breves pero intensos de caminata rápida a su rutina diaria. «No es necesario correr maratones para obtener los beneficios de esta actividad. A veces solo basta con caminar a marcha rápida», afirma el trabajo.
Fácil de incorporar a la rutina
Este hallazgo desmonta la idea de que solo las actividades prolongadas o de alta exigencia física generan beneficios reales. Según los autores del estudio, es precisamente la intensidad del ejercicio lo que marca la diferencia. “La clave está en moverse con intención, con un ritmo algo más elevado que el habitual, aunque sea solo durante unos minutos», señalan los expertos detrás de este estudio, que señalan la importancia de promover «formas de ejercicio accesibles, que no requieran equipamiento especial ni instalaciones y que puedan incorporarse a la rutina de cada persona«. Por ejemplo, con gestos tan sencillos como acelerar el paso al ir al trabajo, al subir las escaleras o durante un paseo diario.
«Promover el paso ligero no solo puede reducir la carga de enfermedades crónicas, sino también convertirse en una herramienta para cerrar brechas de salud»
Ante la evidencia científica, los autores del estudio proponen que tanto las campañas de salud pública como los programas comunitarios deberían empezar a poner el foco en esta práctica sencilla, pero eficaz. «Promover el paso ligero no solo puede reducir la carga de enfermedades crónicas, sino también convertirse en una herramienta clave para reducir desigualdades sociales y cerrar brechas de salud», comentan los expertos, quienes destacan que caminar rápido no solo ayuda a vivir más tiempo sino que también «contribuye a vivir mejor, con mayor vitalidad, autonomía y calidad de vida a lo largo de los años«.
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