El Banco Central Europeo (BCE) se va de vacaciones de verano en pausa. Tal y como estaba descontado por el mercado, el organismo ha mantenido los tipos de interés sin cambios y ha vuelto a alertar del entorno «excepcionalmente incierto». Por ello, a partir de ahora, el camino a seguir será más sinuoso por los aranceles de Donald Trump y las dudas empiezan a florecer en el seno de la institución: ¿es ya la política monetaria lo suficientemente restrictiva o hay margen para nuevos recortes?
La presidenta del organismo, Christine Lagarde, ha hecho suyo el famoso mantra de la Reserva Federal (Fed) de ‘esperar y observar’ y ha reiterado que «cualquier decisión de política monetaria futura se basará en datos, se decidirá reunión por reunión, no está predeterminada por ninguna trayectoria en particular».
Y es que, como afirma Juan Villén, director general de idealista/hipotecas, el BCE se adentra en un compás de espera para ver «cómo afecta la situación actual a la actividad económica y los precios en Europa».
«Seguimos a dos velocidades, con Alemania y Francia principalmente estancadas y más afectadas por las incidencias comerciales con EEUU, mientras que en España el crecimiento se mantiene fuerte. Aunque la caída del dólar puede ayudar la contención de los precios en el corto plazo, el impacto final está por ver, por lo que de momento no podemos descartar un cambio de rumbo en el futuro«, añade.
«Todo ello sitúa al BCE en una clara posición de espera. Sigue sobre la mesa un recorte en septiembre, pero existe un debate real sobre el calendario. Tras ocho recortes de tipos durante el último año, los tipos son ahora ‘neutros’, no restrictivos, por lo que para seguir avanzando probablemente se necesiten más señales de desaceleración», señala Madison Faller, estratega de inversiones globales de JP Morgan Private Bank.
Además, la evaluación macroeconómica del BCE no ha cambiado desde la última reunión y la entidad aún considera resiliente la economía de la eurozona, aunque los riesgos para las perspectivas de crecimiento siguen siendo a la baja.
Si esto se le suma una inflación general del 2% y unas perspectivas de inflación que cumplen con el viejo criterio de «por debajo, pero cerca del 2%», «el BCE puede simplemente esperar a ver quién tiene las mejores cartas en las negociaciones comerciales y si la inflación real se comportará según lo previsto», comentan en ING Economics.
Es más, estos analistas valoran que, mientras la inflación subyacente y de servicios se mantenga por encima del 2% y el plan de estímulo fiscal en Alemania y el resto de la eurozona se mantenga intacto, hay muy pocas razones para que abandone su «buena posición».
Sin embargo, si las tensiones comerciales se resuelven rápidamente y la disminución de la incertidumbre aumenta la resiliencia de la economía de la eurozona, el debate en el BCE podría cambiar rápidamente.
¿ES POSIBLE UN ÚLTIMO RECORTE?
Así, con este telón de fondo, el listón para otro recorte de tipos este año se ha elevado claramente. «Creemos que la inflación real podría ser inferior a la prevista por el BCE y que los datos macroeconómicos duros podrían ser bastante decepcionantes durante el verano», subrayan en ING Economics.
«Esto, junto con el hecho de que las proyecciones del BCE de junio incluían un tipo final del 1,75%, nos anima a esperar un recorte final de tipos en la reunión de septiembre. Sin embargo, nuestra convicción se ha debilitado«, reconocen estos estrategas.
Unas dudas que también plantea Faller, para quien «aunque todavía es posible que se produzca otro recorte, no hay que darlo por sentado, ni tampoco el momento en que se producirá».
Konstantin Veit, gestor de fondos en Pimco, comparte la misma visión y ve probable que el BCE aplique una última bajada de tipos en septiembre para proteger la previsión del 2% «en línea con el objetivo» para 2027. «No obstante, se trata de una opinión con un grado de convicción bajo, ya que consideramos que hay casi las mismas posibilidades de que el ciclo de recortes haya concluido ya con el tipo de interés oficial actual del 2%».
Por su parte, Filippo Alloatti, jefe de investigación del área financiera en Federated Hermes, sigue pensando en un recorte más en este ciclo por parte del BCE, pero avisa que «el timing es complicado».
«Si llega en septiembre, dependerá principalmente del resultado de los aranceles; llegar a un acuerdo del 15% con los EEUU haría innecesario un recorte en esta etapa… a menos que los conjuntos de datos de agosto sean horribles. Creemos que tendría sentido que el banco mantuviera esta bala en la recámara para un invierno más frío», dice el experto.
«Los mercados anticipan un posible recorte a finales de este año; sin embargo, prevemos que será el último si se produce. La economía europea sigue mostrando señales de recuperación del crecimiento, sujeta a la evolución de las relaciones comerciales entre la UE y EEUU», asevera David Zahn, director de renta fija europea en Franklin Templeton.
Con todo, y a pesar de que la decisión de mantener los tipos fue unánime, existe incertidumbre sobre lo que sucederá a continuación. «Si bien sigue siendo posible un nuevo recorte este año, especialmente si la inflación se queda por debajo del objetivo y los precios del petróleo se mantienen bajos, el listón para recortar en septiembre se ha elevado«, asegura Eric Muller, director de Market & Product Strategy en Muzinich.
Lagarde, como era de esperar, no ha dado ninguna pista sobre el futuro del BCE y ha dejado claro, de distintas maneras, que todo es posible. «Para darle un toque más entretenido a la reunión, el BCE también podría haber puesto la clásica canción de Doris Day, ‘Que será será’. Es el tema de verano del BCE«, concluyen en ING Economics.