Carmina Barrios. / Telecinco
Lo de Carmina Barrios es muy fuerte. Este personaje inimitable es una fuerza de la naturaleza y nunca agradeceremos lo suficiente a su hijo Paco León que la invitara a adentrarse en el mundo del faranduleo y la interpretación porque si no la conociésemos estaríamos perdiéndonos algo muy singular.
En los últimos días la hemos visto en dos ocasiones. Por una parte, en el estreno de Pase sin llamar (una agradable nueva cita para la noche de los sábados) y por otra en Al cielo con ella. Recomiendo fervientemente a aquellos que quieran reír a gusto que recuperen este encuentro.
Carmina es auténtica. Así se puede resumir toda su personalidad. Por eso todo lo que suelta por su boca tiene miga, se paladea, llega al espectador con una contundencia inusitada. Lo de menos son las anécdotas que comente, desde las más escatológicas hasta las más inocentes. Lo importante está en los matices singulares con los que la sevillana los articula.
Ahora existen dos Carminas. Una que aparece en las obras de ficción y la otra que es ella misma, sin guion ni apuntes de un director ni aditamento que valga. No desdeñamos a la primera, pero nos quedamos con la segunda. A estas alturas de la vida personal, que en ocasiones suele tener un estado tan calamitoso como el del mundo en el que vivimos, encontrarte con un ser como Carmina te levanta el ánimo. El sentido del humor puede con todo, o con casi todo. Esta fuerza de la naturaleza nos hace sonreír incluso cuando estamos con dolor de muelas.
Por cierto, habrá que estar muy atentos a lo que ha hecho Paco León adaptando al cine su serie fetiche, en Aída y vuelta, aunque para ello habrá que esperar a 2026. Deseando estamos.