El método Xabi Alonso era una vacuna en fase de pruebas que solo funcionará con un cambio real de actitud. Era necesario encontrar un rival de primera fila para ver si la mejoría era homeopatía o una cura digna de Nobel de Medicina. Basta decir que las mejores noticias en el conjunto blanco fueron los regresos de Carvajal y Militao para entender el paseo militar con el que el PSG asesinó con piedad a su rival. Luis Enrique disfrutó con una nueva exhibición de su maquinaria perfecta para citarse con el Chelsea en la final (domingo, 21 horas). Amargó el verano blanco con un doblete de Fabián, un tanto de Dembélé para ser favorito al Balón de Oro y la puñalada final de Gonçalo Ramos.
Asencio y Rüdiger se inmolan ante Fabián
Xabi Alonso tuvo su primer gran examen de la semifinal con la alineación titular. La baja de última hora de Trent le abrió las puertas para mantener el peaje de las estrellas que obliga a poner por contrato a Mbappé y Vinicius. Los juntó con Gonzalo, invisible para los que le multiplican en salario. En la defensa se produjo el regreso de Asencio para formar una débil pareja con Rüdiger. La ausencia de un recién fichado como Huijsen generando un agujero negro en un Real Madrid que vivió en un espejismo ante la Juventus o el Borussia Dortmund, quienes generaron, pero no acertaron.
En el minuto siete el conjunto blanco ya iba a remolque por otro fallo de un Asencio recién renovado hasta 2031. El Mundial de Clubes ha sepultado al central canario, quien cometió un penalti contra Al Hilal y vio la roja frente Pachuca. Era el principio de una historia de terror para Xabi Alonso que solo Courtois logró aplazar. El belga volvió a ser el espantapájaros que ahuyenta a los rivales con paradas que solo él puede llevar a cabo. No hay hombre en la tierra capaz de soportar una asistencia de un compañero a un rival como la que hizo Rüdiger.
Dembélé, en modo Balón de Oro, finalizó ajustado al palo contra un Courtois que se rompió en la estirada. Ni la pausa de hidratación sirvió para refrescar ideas. La escena en un cuarto de hora era la siguiente: un conjunto, el de Luis Enrique, destripando con pases cortos a un equipo que volvía a ser la negada suma de individualidades que ha fracasado esta temporada. Mbappé, con taconazos; Vinicius, regalando córners al PSG; y ambos presentando una total desidia en los repliegues, dejaban claro que este Madrid no está todavía para competir con la primera fila del fútbol europeo.
Militao y Carvajal comparecen en el desastre
El tercero del campeón de Europa era una cuestión de lógica y de tiempo. Una contra mortífera de los parisinos terminó con Hakimi dando el pase de la muerte a un excelso Fabián. El andaluz no tiene la cartelera comercial de otros que juegan en su posición, pero su hoja de méritos no tiene comparación. Kvaratskhelia pudo engordar la cuenta del PSG, algo a lo que se negó Courtois, quien dio un susto al borde del descanso tras la enésima parada. El equipo galo era un cuchillo entrando en la mantequilla madridista.
Mientras todo esto pasaba, Xabi Alonso se quedó mudo. Parecía que el PSG pensaba más en la final que en un partido que daban por supuesto y ganado. Un fuera de juego de Dembélé anuló el 4-0 de Doué que volvió a exponer la doma clásica a la que estaba siendo sometido un Real Madrid al que le daba el sol de frente. El cronómetro se derritió con Valverde histérico con la indolencia de sus compañeros, el único que aguantaba y se rebelaba contra la goleada.
Lo que el técnico vasco no fue capaz de hacer de inicio terminó haciéndolo a través de los cambios. Dio entrada a Militao sus primeros minutos después de 254 minutos, sustituyendo al señalado Asencio. También salió Vinicius cabizbajo para dar entrada a Brahim y Modric vivió su último baile tras reemplazar a Bellingham. Igualmente, volvió Carvajal, ausente desde el 5 de octubre y Lucas se pudo despedir en el campo. Gonçalo Ramos completó la masacre. La primera gran decepción del proyecto de Xabi Alonso, para terminar con asfixia un torneo que prometía ser un soplo de confianza.