Un hombre lee en el metro. / Shutterstock
A veces me pregunto por qué la poesía no tiene la capacidad de penetración de la prosa. Si la poseyera, el mundo sería mejor. No se sabe de ningún código penal que se haya escrito con intenciones de carácter lírico. ¿Por qué? Quizá porque la lírica busca la absolución más que el castigo, aunque pocas personas se castiguen tanto como los poetas. De hecho, son dados (y dadas) a las migrañas. Silvia Plath habla en uno de sus versos de un “huracán de migrañas”. Piénsenlo bien, “huracán de migrañas”. Si una sola te puede amargar el día, cómo será recibirlas en forma de tormenta. Reparen, sobre todo, en el ojo del huracán, que en las migrañas suele ser tu propio ojo.
La poesía tiene esa capacidad de atravesarte. Dice Darío Jaramillo en otro verso: “Son las dos de la tarde / y el sol hierve transparente a 30 grados”. ¡Qué sencillez!, ¿no? Son dos versos tan simples, tan descriptivos, que podrían pasar por pura prosa. Pero uno los lee en el metro y tiene que levantar la vista del libro porque ha sabido de repente lo que significa que sean las dos de la tarde y que el sol hierva a 30 grados. Lo había experimentado desde la infancia, pero había ignorado su sentido hasta el momento de leerlo. A ningún juez se le ocurriría firmar una sentencia con esta precisión: “En Madrid, a 7 de julio de 2024. Son las dos de la tarde y el sol hierve a 30 grados”. Si alguno se atreviera a hacerlo, lo sacaríamos a hombros, incluso el condenado se prestaría a participar del homenaje.
¡Ah, la poesía! Dice Louise Glück: “Mi alma / hecha añicos por el esfuerzo / de intentar ser parte de la tierra…”.
“Mi alma hecha añicos por intentar ser parte de la tierra…”. Jamás le he escuchado algo semejante a un ecologista. La ecología no penetra porque está hecha en prosa.
Me pregunto con qué palabras dictaría una sentencia de muerte un juez poeta. Y me contesto que o dejaría de ser poeta o dejaría de ser juez. La judicatura es compatible con casi todo, menos con la lírica. Puedes ser juez y albañil, juez y mecánico, juez y atleta, incluso juez y parte, pero no puedes ser juez y bardo al mismo tiempo como no se puede ser a la vez mosca y araña.
¿Por qué (vuelvo al principio) la poesía tiene menos capacidad de penetración que la prosa? ¿Por qué no es habitual redactar en octosílabos un contrato de compraventa de una moto, o en alejandrinos un certificado de defunción? Porque la poesía es peligrosa. No vende motos y tiene el poder de resucitar a los muertos.