Varios gobiernos locales liderados por los socialistas madrileños empiezan a resquebrajarse por tensiones internas con sus socios y una falta evidente de liderazgo desde el partido.
Al frente de ese vacío aparece un nombre: Óscar López.
El secretario general del nuevo PSOE en Madrid -López se estrenó como líder en febrero-, está más centrado en hacer oposición a Isabel Díaz Ayuso que en cohesionar a los gobiernos municipales socialistas, y no termina de asumir el control territorial.
Un control que, según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL recae en su mano derecha, Pilar Sánchez Acera.
El ecuador de la legislatura está pasando factura a muchos gobiernos municipales en la Comunidad de Madrid. El Partido Popular se está viendo obligado a pactar con Vox y algunos de los pocos bastiones que le quedan al PSOE en la región están viendo cómo se tambalea su estabilidad.
Los frentes que se están levantando en torno al PSOE no son menores. Han pasado factura en Colmenar Viejo, Móstoles y Manzanares El Real. Y, lo más importante, ponen en duda la viabilidad de los gobiernos del PSOE en Alcorcón y Pinto. Aunque, en este caso, no por ‘culpa’ de los socialistas, sino por sus socios de la izquierda.
El último foco de inestabilidad ha estallado en Alcorcón. El Gobierno municipal, liderado por la socialista Candelaria Testa y sostenido en una frágil mayoría de izquierdas junto a Ganar Alcorcón y Más Madrid, ha perdido su mayoría absoluta.
El detonante ha sido la destitución de la concejal Raquel Rodríguez, una figura clave en el equipo de gobierno y dirigente de Ganar Alcorcón, que ahora ha pasado al grupo de no adscritos tras una dura ruptura con su partido.
La salida de Rodríguez —entre acusaciones cruzadas de acoso y deslealtad— ha dejado el equilibrio municipal en empate: 13 ediles de izquierda frente a 13 de la oposición (PP y Vox). De esta forma, Rodríguez se convierte en el árbitro de cada votación.
Las alarmas saltaron a principios de mes cuando el PP y Vox se han aliado para nombrar presidenta de Esmasa, la empresa pública de basuras. Desde la izquierda temblaron pensando en que este primer acuerdo pudiera ser el inicio de un pacto para expulsar a Candelaria Testa, pero de momento todo se ha parado.
La situación es especialmente delicada para los socialistas porque Alcorcón es, junto a Parla y Fuenlabrada, uno de los pocos municipios relevantes del sur de Madrid donde aún retienen el poder tras las elecciones de 2023. Pero no es el único foco de tensión.
En Parla, otra localidad madrileña con gobierno progresista, la coalición de izquierdas se rompió en diciembre porque el alcalde socialista, Juan Ramón Jurado, defiende la tauromaquia.
Tras varias crisis de gobierno durante el verano, los de Podemos decidieron romper con Jurado, aunque de momento no se ha descabalgado al socialista. El mérito no es suyo, sino del PP y Vox, que no han conseguido ponerse de acuerdo pese a que los de Santiago Abascal ofrecieron la posibilidad de una moción de censura.
Ahora, con la posibilidad de plantear una nueva moción de censura en Alcorcón, Vox se vuelve más cauto. «Vox tomará las mejores decisiones en cada situación concreta», han explicado a este diario desde la dirección regional.
Por ello, piden al Partido Popular que «haga los deberes». «Suficientes mociones de censura se le están acumulando ya», bromean desde el equipo de Isabel Pérez Moñino.
Manzanares y Colmenar Viejo
En otros municipios, como Manzanares El Real, los desencuentros entre el PSOE, Más Madrid y Podemos llegaron a romper por completo el Gobierno local.
Hace unos meses, el PSOE se quedó gobernando en minoría absoluta por desavenencias internas, pero un cambio total de las caras visibles en el Ayuntamiento solventó el problema. Ahora, la situación es estable. Pero no fue fácil.
El terremoto político comenzó el 13 de junio, cuando el socialista José Luis Labrador lanzó un órdago a chica y decidió quedarse gobernando en solitario con tan solo tres ediles tras romper su pacto de gobierno con Podemos-IU y Más Madrid.
Unos meses más tarde, el 11 de octubre, el alcalde anunciaba su dimisión y tras un mes de «largas reuniones» y un cambio de caras total dentro del equipo de Gobierno, Manzanares el Real reeditó su pacto a tres.
La penúltima polémica interna ha sido el tamayazo de Colmenar Viejo. En este caso, el PSOE no ha roto ningún gobierno, puesto que no tiene el mando del Ayuntamiento, pero una de sus ediles se ha saltado la disciplina de voto.
Sorprendentemente, y pese a ser un voto que va en contra de la línea marcada por el partido, el PSOE regional no ha amonestado a su edil, que ha dicho responder a sus criterios personales para votar con el Partido Popular en la tramitación de la planta de biogás que van a instalar en el municipio.
Con todo ello, los próximos a Óscar López insisten en recordar que hay municipios donde la situación era «de crisis» y el ministro sí ha tomado cartas en el asunto.
Este es el caso de Móstoles, donde suspendió la comisión ejecutiva del partido para que Noelia Posse y su mano derecha, Álex Martín, no fueran reelegidos.
Al igual que en Colmenar Viejo, las fricciones internas del partido en Móstoles son importantes pero no muy relevantes, puesto que están en la oposición.
En este municipio, volvió a ser Sánchez Acera la que llamó a los socialistas díscolos para calmar las aguas en el partido y que Álex Martín obedeciera para impedir que un cargo implicado en el caso ITV siguiera liderando el partido en la localidad.
En este contexto de inestabilidad creciente, el partido mira hacia Óscar López, que ha descargado toda la gestión interna del PSOE de Madrid en Pilar Sánchez Acera. «Él está centrado en enfrentarse con la presidenta regional y está bien así», resumen escuetamente voces cercanas al ministro.
Los frentes que tiene abiertos la que fue su jefa de gabinete cuando estaba en Moncloa no son menores.
Además de estas crisis con sus socios de Gobierno, que parecen no poder reconducir, el PSOE de Madrid tiene que lidiar con la bicefalia de algunos municipios en los que han tomado el control de la agrupación después de la salida del exsecretario general del PSOE madrileño, Juan Lobato.
Boadilla del Monte o Majadahonda son algunas de las localidades en las que, aunque la nueva dirección haya nombrado a secretarios generales próximos a sus ideas, tienen que lidiar con portavoces que son «de la cuerda» de Juan Lobato.
«Problemas menores», dicen desde el partido, puesto que no son localidades gobernadas por el PSOE.