Carlo Ancelotti también lo sabía. Y ahora lo sabe Xabi Alonso. Apostar por tres delanteros como Rodrygo, Mbappé (Gonzalo) y Vinicius es una amenaza para la defensa del rival, pero también para la estructura de equipo sólido y bien estructurado.
El tolosarra imitó al italiano contra el Al Hilal, y comprobó las grietas que provocan delanteros sin compromiso defensivo. Ante el Pachuca lo corrigió y dejó a Rodrygo en el banquillo para poner a Güler y cambiar el 4-3-3 por el 4-4-2.
Automatismos
Funcionó bien, sobre todo cuando a los siete minutos de partido el equipo se quedó con 10 para dejar la estructura sin balón en el 4-4-1. Sin embargo, volvió a fallarle Vinicius, que va a su aire cuando el equipo pierde el balón. Acabó poniendo a Gonzalo en la banda izquierdo cuando había que defender, y devolverlo a su posición de 9 cuando tocaba atacar.
Con la nueva disposición táctica el tolosarra empezó a ver brotes verdes en esos automatismos que quiere con balón, algo que Ancelotti nunca trabajó, para ganar al Pachuca con conexiones mágicas apoyadas en la calidad de sus jugadores. Consiguió que el equipo juegue más junto, que sus líneas se acerquen y más con un jugador menos. Eso sí, tuvo que insistir desde la banda a voz en grito para que sus jugadores le hiciesen caso.
Herir egos
Es cierto que los dibujos cambiarán, sobre todo cuando juegue en el Bernabéu ante rivales más débiles que pongan el autobús. Ahí tendrá que fortalecer el ataque para descorchar las porterías rivales. Sin embargo, en partidos abiertos tendrá que pensárselo bien porque juntar a Vinicius y a Mbappé es una apuesta fija en ataque, pero su escasa implicación defensiva, por no decir nula, puedes pueden traer consecuencias no deseadas.
Alonso lleva ‘dos días’ pero demuestra saber de qué ‘pata’ cojea cada jugador. Llega con unas ideas claras que deberá imponer con mano izquierda para no herir los egos de algunas de sus estrellas. Y si los hiere, necesitará el respaldo de Florentino Pérez para llevarlas a cabo con decisiones que pueden ser impopulares. Y más con un presidente que mide el fútbol desde una perspectiva económicamente rentable.