Si se busca en cualquier portal de lingüística en internet el significado de ‘recursividad’ se leerá que es una característica exclusiva del lenguaje humano que estipula que la reiterada combinación de elementos puede dar lugar a un número ilimitado de enunciados. Pues bien, esta definición es incorrecta y debe cambiarse: primates no humanos también son capaces de mantener comunicaciones complejas.
Un estudio publicado en ‘Annals of the New York Academy of Sciences’ ha demostrado que los orangutanes poseen una capacidad comunicativa mucho más elaborada de lo que se creía: emplean patrones vocales jerárquicos con estructura recursiva, como los humanos.
La recursividad es una operación fundamental del lenguaje humano. Consiste en insertar elementos dentro de otros similares de forma jerárquica, lo que permite generar un número potencialmente infinito de mensajes a partir de un conjunto limitado de unidades.
Este principio es clave para formar frases complejas: «Este es el perro que persiguió al gato que mató a la rata que comió el queso». Tradicionalmente, se ha considerado que esta capacidad emergió de forma repentina en la evolución humana, sin precedentes en otras especies.
La investigación sugiere lo contrario. El equipo analizó 14 vocalizaciones de alarma emitidas por siete hembras de orangután de Sumatra (Pongo abelii) al ser expuestas a diferentes estímulos visuales: un modelo con apariencia de tigre (depredador natural) y otros tres con patrones artificiales de colores.
Orangután de Sumatra. / Tbachner
Mediante herramientas acústicas avanzadas, los científicos identificaron una organización rítmica en tres niveles. Primero, los sonidos individuales se agrupan en pequeñas combinaciones con intervalos iguales o menores a 0,2 segundos. Luego, estas combinaciones forman ráfagas, separadas entre sí por intervalos de entre 0,2 y 2 segundos. Finalmente, las ráfagas se agrupan en series, con pausas de entre 2 y 20 segundos. Esta triple jerarquía temporal revela la existencia de una estructura vocal recursiva de tercer orden.
Información sobre el entorno
«Cuando analizamos los datos vocales, descubrimos que su estructura rítmica estaba autoanidada en tres niveles: una recursión de tercer orden impresionante. Encontrar esta característica desafía la idea de que la recursión es exclusivamente humana«, explica Chiara de Gregorio, que dirigió la investigación.
Los patrones identificados mostraron una regularidad notable. En cada nivel, las vocalizaciones mantenían intervalos proporcionales y constantes, configurando secuencias rítmicas conocidas como isocronías. Estas seguían relaciones numéricas precisas, que los investigadores interpretan como «indicios claros de una organización compleja y no aleatoria del comportamiento vocal«.
Además, los resultados demostraron que los orangutanes modifican el ritmo de sus llamadas según el tipo de amenaza percibida. Frente al modelo de tigre, las ráfagas son más rápidas y mantenían un ritmo constante; ante estímulos no asociados a peligro, las vocalizaciones son más lentas y menos regulares.
Estas diferencias fueron estadísticamente significativas, lo que sugiere que los sonidos transmiten información contextual y no son simples expresiones reflejas. Este tipo de flexibilidad en la estructura rítmica es indicativo de un sistema de comunicación que integra información sobre el entorno.
Según los autores, esta capacidad podría haber sido ventajosa para los ancestros de los grandes simios, permitiéndoles compartir datos sobre amenazas externas de forma más precisa y eficiente.

Hembra de orangután de Borneo con dos crías. / Pixabay
El hallazgo es especialmente relevante porque cumple con cuatro condiciones fundamentales para respaldar una hipótesis de evolución gradual de la recursividad, en contraposición a la teoría de un origen repentino.
En primer lugar, la recursividad no se limita a una sola población ni a un sexo, ya que se ha documentado previamente en machos de Borneo y ahora en hembras de Sumatra.
En segundo lugar, no está restringida a un solo tipo de vocalización, pues abarca distintas llamadas similares a las consonantes y vocales humanas.
En tercer lugar, aparece en contextos diversos, como la atracción sexual y la alarma. Y, por último, muestra adaptabilidad frente a distintos estímulos ambientales.
Analogías con la música
«Este descubrimiento muestra que las raíces de una de las características más distintivas del lenguaje humano (la recursión) ya estaban presentes en nuestro pasado evolutivo. Los orangutanes nos ayudan a entender cómo las semillas de la estructura lingüística comenzaron a crecer hace millones de años», destaca De Gregorio.
Otro aspecto interesante del estudio es la detección de estructuras vocales con intervalos superiores a los diez segundos, una temporalidad poco común en primates. Esta propiedad, que recuerda a patrones musicales complejos como el ‘Bolero’ de Ravel o los ciclos rítmicos africanos, sugiere que los orangutanes son capaces de organizar información auditiva en escalas temporales prolongadas.
Más allá de las analogías con la música, los científicos plantean la hipótesis de que estos patrones podrían reflejar la arquitectura del cerebro de los grandes simios. Al igual que el cerebro humano, el de los orangutanes está organizado en capas estructurales recursivas, lo que podría facilitar la generación de secuencias vocales complejas.

Crías de orangután huérfanas en el centro de recuperación International Animal Rescue. / Tim Laman / National Geographic
Este planteamiento abre nuevas líneas de investigación sobre los vínculos entre la organización cerebral y la comunicación vocal en primates. Además, refuerza la idea de que la recursividad podría haber evolucionado como resultado de presiones selectivas relacionadas con la necesidad de transmitir información eficaz en entornos sociales dispersos, como los de los orangutanes salvajes.
El estudio representa, según sus autores, la primera evidencia empírica de que las capacidades recursivas pudieron desarrollarse de forma gradual en la historia evolutiva de los homínidos. De confirmarse este patrón en otras especies, el hallazgo tendría implicaciones profundas para la comprensión del surgimiento del lenguaje.
Los próximos pasos del equipo de investigación se centrarán en ampliar el análisis a otros primates y mamíferos, así como en explorar si los orangutanes pueden generar estructuras recursivas aún más complejas.