Enemigos y adversarios

Leire Díez.

En el mundo de lo que llamamos política, en el que las relaciones se construyen alrededor del poder y los intereses, las ideologías han cedido espacio a la ambición. En ese mundo no es extraño que no haya amigos, compañeros o camaradas ligados por vínculos afectivos o por fines compartidos con la firmeza propia de las convicciones, mucho más cuando el mérito y la capacidad no son los criterios para el reclutamiento y la promoción de los militantes o del universo que se acerca al poder partidista. Priman la obediencia ciega e irreflexiva a los que dominan con mano de hierro las estructuras partidistas, sin democracia alguna y el temor hacia quien carece de límites cuando se engría en su propio reconocimiento.

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