Hace unos años que José Luis comenzó con un deterioro cognitivo que era «llevable» hasta que «empeoró» en el verano de 2024. Esta condición afecta a su capacidad de hablar, de recordar las cosas, y a su destreza física. Su mujer desempeña ahora la labor de cuidadora «a tiempo completo». Aunque admite que lo hace con la ayuda de su hija y de una persona que «viene unas horas a casa». «Soy muy echada para adelante y me cuesta reconocer que no puedo sola. Pero tengo osteoporosis y el tiempo poco a poco va pasando factura. Con mis años estoy para que me cuiden, no para cuidar», recalca.
Cuando más nota «el peso de la edad» es cuando saca a su marido a pasear en silla de ruedas. Explica que le es «muy complicado» ya que tiene el hombro mal. Ante esto, ha contemplado la posibilidad de «hacer ejercicio» para conseguir la fuerza que necesita a la hora de levantar, vestir y sacar a pasear a José Luis. Sin embargo, por «falta de tiempo» cree que será «más factible» contratar a alguien interno que le apoye en sus tareas.
¿Quién atiende a los más mayores?
El caso de José Luis y Rosario es uno de tantos. España es un país que bate récord en longevidad, y este hecho guarda estrecha relación con los cuidados. En una población cada vez más envejecida, ¿quién atiende a los más mayores? Según el estudio El futuro de los cuidados, presentado recientemente en Madrid, tres de cada diez cuidadores superan los 60 años.
Rosario, a sus 69 años, se encarga de los cuidados de su marido José Luis, de 85. En su momento trató de llevar a su marido a un centro de día para «aliviar un poco» su carga de trabajo , pero Benedicto rechazó esta idea. «Era una persona de mente muy activa y muy culto. Y las actividades que hacen en el centro de día le parecen una chorrada. Así que está la mayor parte del tiempo en casa conmigo», comenta.
Otra historia similar es la de Antonio Marzo y María Luisa García un matrimonio de 76 y 72 años. Durante los meses de confinamiento, Marzo se dio cuenta de que su mujer se comportaba de una «forma extraña». «Vi que ya no era la misma de siempre, repetía mucho las cosas, se comportaba raro…», cuenta. Tras unas semanas de espera y varias pruebas médicas le diagnosticaron «demencia frontotemporal». Un tipo de enfermedad similar al alzhéimer dónde lo más «duro» es que no hay «solución».
José Luis y Rosario tomando algo en un bar de Zaragoza / Rosario Martínez
En el momento del diagnóstico la enfermedad fue «moderada», sin embargo, cinco años después, el devenir del tiempo lo han acabado padeciendo ambos. «En las primeras fases, mi mujer todavía tenía cierta independencia. Se pintaba, se arreglaba, le gustaba salir a la calle. Las tareas domésticas fue lo primero que abandonó, luego perdió en mayor grado la memoria. y con ello llegó la incapacidad para ir al baño, cambiarse de ropa… No tiene iniciativa por sí sola, necesita de mi ayuda para llevar una rutina», explica Marzo. Para mejorar su estado María Luisa García participa en talleres de picoestimulación de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (Afedaz).
Ayudarla a vestirse, a comer, acompañarla a sus tratamientos es una labor que no solo «pesa» en lo emocional, sino también el lo físico. «76 años se van notando y ya no tengo la misma energía que antes», asegura. Aunque las hijas del matrimonio colaboran «siempre que pueden» con el cuidado de su madre, Marzo no descarta solicitar una persona de apoyo al Instituto Aragonés de Servicios Sociales. «Ya hemos pedido la ayuda económica para costear el precio de los talleres. Si me la conceden, lo más seguro es que pida que venga un cuidador a casa porque yo solo no puedo con todo», añade.
Tanto Antonio como Rosa coinciden en un mismo aspecto «lo físico a veces es lo de menos». Lo difícil para ambos está en ver como poco a poco se pierde «la esencia » de sus respectivas parejas y que «no exista » solución alguna. «Ver el deterioro es lo que más duele. Me requema saber que cada día va avanzando y no hay forma de sanar» , subraya el marido de María Luisa.