La espera por Eurovisión 2025 ha terminado. Esta pasada noche, se ha celebrado la primera semifinal en Basilea (Suiza) donde se han escogido a los 10 primeros candidatos que competirán en la final del próximo sábado, 17 de mayo.
Este jueves, se celebrará la segunda semifinal, de la que saldrán otros 10 representantes. Los países clasificados se unirán al ‘Big Five’ y al anfitrión, completando la lista para el Festival de la Canción.
Con todo listo, el próximo fin de semana se conocerá la identidad del vencedor del micrófono de cristal. El resultado estará determinado por las actuaciones, el carisma de los cantantes, la propuesta artística y las votaciones del jurado y el televoto.
No obstante, muchos espectadores de Eurovisión sospechan de la influencia geopolítica en la puntuación final. No se trata de un incumplimiento de las normas, sino de una serie de patrones y tendencias que se repiten entre determinados países.
En este contexto, la conexión cultural, la cercanía territorial y otros componentes como la afinidad política, podrían suponer una motivación para las votaciones.
España y Portugal suelen tener una gran afinidad en Eurovisión. La pasada edición, nuestro vecino ibérico fue el único de los participantes que nos apoyó mediante el televoto, además de conseguir 10 puntos de su jurado profesional.
En 2022, cuando Chanel consiguió el bronce, el jurado portugués nos otorgó 12 puntos, mientras que los ciudadanos nos ofrecieron 10 puntos a través del televoto.
En cuanto al resto de representantes, los países nórdicos (Finlandia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Suecia) suelen repartirse muchos puntos entre ellos. Ocurre lo mismo con Países Bajos y Bélgica, Grecia y Chipre, Bosnia y Croacia o Irlanda y Reino Unido. También pasa lo contrario, donde la enemistad se refleja en votaciones casi inexistentes, como Armenia y Azerbaiyán.