La vigilancia excesiva y el control permanente al que nos exponen las sociedades contemporáneas, ese «panóptico» del que hablaba Michael Foucault y desarrollara Jeremy Bentham, multiplicado por las nuevas tecnologías, podría afectar nuestras funciones cerebrales de una forma que aún desconocemos.
La investigación en psicología demuestra que la sensación de ser observado modifica no solo nuestro comportamiento, sino también procesos mentales fundamentales, incluso de forma inconsciente. Inspirados en el panóptico de Bentham, los estudios modernos muestran que la mera percepción de una mirada atenta capta nuestra atención y despierta respuestas fisiológicas de alerta, afectando la memoria de trabajo, la cognición espacial y el procesamiento del lenguaje.
Más allá de la conducta prosocial observada, como donar más o evitar conductas antisociales, nuevos experimentos con supresión por destello continuo (CFS) revelan que sentirnos vigilados acelera y hace más preciso el análisis inconsciente de rostros dirigidos hacia nosotros.
El panóptico y el control social
Estas hallazgos apuntan a posibles impactos negativos en la salud mental colectiva, especialmente en personas con sensibilidad aumentada a señales sociales, y plantean interrogantes sobre el uso de la vigilancia para mejorar la productividad en el trabajo o en entornos educativos, según un artículo publicado en Scientific American.
Vale recordar que en 1785 Jeremy Bentham diseñó el panóptico, una prisión donde los reclusos, al no saber si eran observados, internalizar la vigilancia y adaptaban su conducta en consecuencia. En el siglo XX, el filósofo francés Michael Foucault relacionó la idea del panóptico con las sociedades de control, en las cuales todos nos sentimos observados y vigilados.
En la actualidad, tecnologías como las cámaras de circuito cerrado, timbres inteligentes y algoritmos de reconocimiento facial recrean ese modelo en espacios públicos y digitales, donde datos sobre nuestras acciones y ubicaciones circulan entre terceros anónimos.
Experimentos y reacciones ante el control social
El primer experimento de facilitación social se atribuye a Norman Triplett en 1898, quien observó que ciclistas rendían mejor en competencia que en aislamiento. La obra de Triplett sentó las bases para estudiar cómo la presencia de otros influye en el rendimiento en tareas simples.
La “mirada fija en la multitud” demuestra que distinguimos de inmediato una cara dirigida hacia nosotros entre otras. Incluso en bebés, la mirada directa captura la atención, legado evolutivo para detectar amenazas. Los estudios en neurociencias muestran que percibir contacto visual eleva la conductancia de la piel y activa sistemas de afrontamiento automático.
Investigaciones recientes han empleado la técnica de supresión por destello continuo (CFS) para medir la velocidad de procesamiento inconsciente de estímulos. Sujetos que creían estar siendo grabados detectaron rostros que los miraban casi un segundo antes y con mayor precisión, con respecto a un grupo de control. Este fenómeno no se replicó con estímulos neutrales, indicando un efecto socialmente específico y poderoso.
Consecuencias invisibles: salud mental y productividad
La activación constante del “modo lucha o huida” por la vigilancia omnipresente puede resultar fatigante para el cerebro, afectando atención y capacidad de concentración a largo plazo. Personas con esquizofrenia o ansiedad social, hipersensibles a señales de mirada, podrían experimentar mayor malestar.
Aunque se promueve la vigilancia para elevar la productividad en fábricas y oficinas, la evidencia sugiere que un exceso de supervisión podría ser contraproducente. De forma análoga, entornos de examen en línea con cámaras web podrían disminuir el rendimiento académico más que garantizar la integridad de la prueba.
En la era digital, la omnipresencia de «ojos electrónicos» remodela nuestra mente de forma sutil pero profunda. Desde la modificación de comportamientos hasta la reconfiguración de procesos inconscientes, la vigilancia masiva abre un nuevo debate ético y social sobre el equilibrio entre seguridad y bienestar mental.