Ni un día. Las plazas volaron en unas horas. La rapidez con la que el CM Pirineos completó las inscripciones para su curso de iniciación al barranquismo refleja el creciente interés por esta actividad, que, como subraya Jorge Fontana, “no es un aquapark donde nunca pasa nada, sino una práctica que exige gran disciplina”. Fontana habla con autoridad: es uno de los más de cuarenta monitores instruidos desde 2021 para impartir cursos de iniciación y acompañar en salidas en los doce clubs federados de Aragón con sección de barranquismo, una vía segura y recomendada para adentrarse en el universo del neopreno y los congostos.
Conocer el material, dominar el uso de las cuerdas, aprender las maniobras de rápel, evaluar el nivel cambiante de los caudales y respetar el medio natural son principios fundamentales que todo barranquista debe interiorizar. “Hay que evaluar los riesgos y elegir las técnicas adecuadas para cada situación, ser autónomo, saber progresar de forma segura, e insistimos que es un deporte en equipo”, explica Fontana.
El CM Pirineos lleva años llenando sus formaciones para principiantes. Hasta algún año han doblado turnos por la “alta demanda”. Este martes arrancó un nuevo ciclo con una sesión teórica sobre material, seguridad y cuidado del entorno. Hoy y mañana, los participantes realizarán sus primeras prácticas en Alquézar, incluyendo una sesión en el rocódromo y salidas a “barrancos poco frecuentados” y sencillos para iniciarse en un entorno controlado.
Un barranquista, en plena acción. / CM PIRINEOS
El curso cuenta con cinco monitores que, según la normativa, pueden supervisar a un máximo de cuatro personas cada uno, agrupadas por nivel de experiencia para optimizar y ajustar el aprendizaje. “Solo pedimos que sepan nadar y tengan buena condición física. La mayoría son personas que se unen al club para formarse, porque respetan el agua, reconocen los peligros de la actividad y prefieren aprender la técnica con nosotros”, señala Fontana.
Como en las siete salidas anuales que organizan, los monitores filtran las capacidades de cada participante para asegurarse de que la aventura se adapte a su nivel. “La gente suele ser consciente de sus límites, aunque alguna vez nos han colado algún gol. Muchos completan el curso y siguen participando en nuestras actividades porque encuentran un entorno seguro”, añade Jorge.
En Sobrarbe, unas noventa personas intercambian ideas y planifican escapadas en un grupo de WhatsApp. CAS y Nabaín colaboran en las tareas formación y en la organización de descensos en grupo, “entre amigos” y de baja dificultad porque comparten una misma filosofía: “Queremos facilitar el acceso a quienes desean iniciarse, formarse y encontrar compañeros para disfrutar del barranquismo con seguridad. Es un mundo complejo en el que hay que progresar paso a paso, sin correr ni tomar atajos, ni sobrestimar los peligros. Para salidas más técnicas, siempre contratamos a un técnico deportivo titulado”, recalca Mauricio Robledo, un ‘paisa’ afincado en el ‘País Perdido’.

Los barranquistas, practicando. / CM PIRINEOS
Precisamente, las prisas son malas consejeras entre cataratas, sifones y badinas. Las redes sociales, con su vorágine de imágenes espectaculares, y la sociedad de consumo, obsesionada con experiencias únicas, no siempre ayudan. “Algunas personas llegan diciendo que han aprendido con vídeos de YouTube, pero traen malos hábitos que cuesta corregir. Otros te vienen sin casco, son temerarios o piensan que vale con un calzado usado para descender por un terreno resbaladizo”, lamenta Fontana. “Muchos ven un salto en Instagram y quieren repetirlo sin valorar la dificultad, el caudal o sin conocer las técnicas necesarias. No hay que precipitarse y sí saber renunciar si no se dan las condiciones”, coincide Robledo.
Para contrarrestar estas tendencias, en Sobrarbe abren el rocódromo de Boltaña todos los martes y jueves “para aquel que tenga dudas. Vienen a perfeccionar maniobras o a consultarnos sobre situaciones que han vivido, y nosotros les ofrecemos formación continua”, explica Robledo. Este año, el curso de iniciación se ha pospuesto hasta el otoño de 2025 para garantizar las mejores condiciones.
En la Escuela de Alta Montaña (EAM) de Benasque se capacita a estos monitores para actuar, únicamente, dentro del marco de los clubs federados, y se abre “para todo quien quiera avanzar” la vía del reciclaje y el perfeccionamiento centrado en el autorrescate y el manejo en aguas vivas. La Federación Aragonesa (FAM) promueve un encuentro anual “para sentarnos alrededor de una mesa para charlar sobre situaciones que nos encontramos y tejer redes de hermanamiento”.
Al habla Marcos Broto, instructor en la EAM y vocal de barranquismo en FAM desde Peña Guara, la entidad con mayor cantera y tradición en este deporte. “Los clubs son una gran familia que prestan un servicio social de acercamiento a la montaña de una manera segura y, además, con valores, de respeto y concienciación sobre el medio”, indica Broto.
Marcos cree que ser autodidacta no es el mejor camino para entrar en un cañón y más en un año como este, donde las precipitaciones y el deshielo van a aumentar los caudales y, por lo tanto, el peligro. “No se trata tanto de gestionar un riesgo, sino de identificarlo”, indica. Al iniciarse bajo el paraguas de una organización se consigue “un mínimo para ser autónomo en un barranco comercial”. Progresar desde esta línea supone un aprendizaje más amplio, por ejemplo, en equipar líneas deterioradas, aunque “hay mucha formación que luego no utilizas, pero tienes que saberla por prevención”.
Lo que es irrenunciable para todos es cuidar los barrancos como elemento natural sensible, “dejarlos como te los has encontrado”, no llenarlos de basura, entender que transitamos en un ecosistema delicado, que ha tardado milenios en formarse y no es un centro de aventura y ocio. “Un barranco es un medio cambiante, en el que nunca hay que entrar confiado porque, seguramente, ante un percance, en varios kilómetros no vas a encontrar una escapatoria y se dificulta un rescate. Hay que ser consciente de dónde te metes”, finaliza Jorge.