Este 7 de mayo comienza uno de los eventos más trascendentales de la Iglesia católica: el cónclave para elegir al nuevo papa. Un proceso que, aunque revestido de solemnidad y tradición, sigue una secuencia muy precisa. Aunque no se prevé que haya fumata blanca en el primer día, los cardenales harán una primera votación que puede dar pistas sobre quién será el sucesor del papa Francisco.
Comienza la jornada en San Pedro
A las 10 de la mañana, los 120 cardenales con derecho a voto —menores de 80 años— celebran la llamada Misa pro eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro, una ceremonia pública que se transmite en directo y que marca el arranque oficial del cónclave. Estará presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, el mismo que presidió el funeral del papa Francisco. En esta misa, los purpurados piden a Dios la luz necesaria para discernir al próximo sumo pontífice.
Tras la ceremonia, los cardenales se retiran a descansar y a comer en la Casa Santa Marta, donde también se alojarán durante todo el proceso. Será a las 15:50 cuando empiecen a trasladarse en grupo a la capilla Paulina, dentro del Vaticano. Desde allí, encabezarán una solemne procesión entonando letanías hasta la capilla Sixtina, el corazón del cónclave, donde se realizarán todas las votaciones a puerta cerrada.
Juramento, meditación y primera votación
Al llegar a la capilla Sixtina, uno a uno, los cardenales juran guardar el más estricto secreto sobre lo que allí suceda: desde los nombres votados hasta las conversaciones mantenidas. “Juro no revelar nada de lo que se diga, ni de lo que se vote”, proclama cada uno, con la mano sobre los Evangelios. Un momento cargado de simbolismo que subraya el carácter sagrado y reservado de este proceso.
Los 133 cardenales que elegirán al nuevo papa se encerrarán desde mañana en la Capilla Sixtina, ante el fresco de Juicio Final de Miguel Ángel y donde todo está ya preparado, aseguró hoy la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta
A las 17:00 horas, se pronuncia el tradicional extra omnes, que significa “fuera todos”. El maestro de ceremonias litúrgicas, Diego Ravelli, cierra las puertas de la capilla Sixtina. Dentro quedan únicamente los cardenales y el predicador de la Casa Pontificia, fray Roberto Pasolini, quien ofrece una meditación espiritual. Tras esta reflexión, también él abandona el recinto. Es entonces cuando comienza la primera votación del cónclave, que previsiblemente no desembocará en la elección inmediata del nuevo papa, como es habitual en los primeros días.
Una vez finalizada la votación, en torno a las 19:15, se procederá al ritual de la fumata, en este caso probablemente negra, lo que indica que aún no hay acuerdo. Si, contra todo pronóstico, hubiera sido blanca, significaría que ya hay nuevo papa, lo cual es poco común en la primera jornada.

El cardenal John Atcherley Dew sale al final de la reunión de la Congregación General de Cardenales, Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano.
La jornada concluirá con el regreso de los cardenales a la Casa Santa Marta, donde cenarán y descansarán hasta reanudar el proceso al día siguiente.
Este meticuloso procedimiento se repetirá tantas veces como sea necesario hasta que uno de los candidatos obtenga al menos dos tercios de los votos, es decir, 80 apoyos. Solo entonces habrá fumata blanca, repique de campanas y se pronunciará el esperado Habemus Papam desde el balcón central de San Pedro.