Un día después del apagón que dejó a España a oscuras durante al menos 12 horas en distintos puntos del país, aún no hay certezas sobre las causas. Aunque Red Eléctrica mantiene abierta la puerta a hipótesis de todo tipo, sí sospecha de un parón masivo de plantas solares en el suroeste de España como el origen del problema. A las 12:33 horas del pasado lunes, y en apenas cinco segundos, desapareció el 60% de toda la electricidad que se estaba consumiendo en ese momento. La pérdida de generación habría llegado hasta los 15.000 megavatios, según avanzó el Gobierno.
A falta de concretar las razones del desbarajuste posterior a la desconexión, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ha afirmado en un comunicado que las plantas fotovoltaicas «fueron desconectadas de la red), algo que no fue voluntario. La patronal fotovoltaica ha recordado que la energía inyectada a la red «se programó el día anterior y ayer se estaba cumpliendo estrictamente con la programación prevista».
El suceso pone el foco en un sector que atraviesa una etapa de crecimiento histórico por encima de otras fuentes. España instaló durante 2022 un récord de 4.701 megavatios (MW) de nueva potencia solar en plantas en suelo —sin contar el autoconsumo—, con un crecimiento del 25% respecto al año anterior. Según los últimos datos aportados por la UNEF, el ritmo ha continuado este año: hasta agosto de 2025 ya se han desplegado otros 2.300 MW, con previsiones de duplicarse al cierre del ejercicio. Actualmente, la potencia acumulada en plantas fotovoltaicas de suelo supera los 33.600 MW, cifra que ha ido creciendo incluso por encima del ritmo estimado en la hoja de ruta energética del Gobierno.
El suroeste, en auge
Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha lideran tanto la potencia instalada como el ritmo de expansión del sector. Estas tres comunidades autónomas concentran más del 70% de la capacidad fotovoltaica del país, gracias a su elevada irradiación solar, la disponibilidad de suelo rústico y una mayor agilidad administrativa. Andalucía, por ejemplo, ha pasado de 5.621 MW en 2023 a más de 8.194 MW en lo que va de 2025, lo que la convierte en la comunidad autónoma con mayor potencia instalada. Extremadura alcanza ya los 7.965 MW, y Castilla-La Mancha, los 7.540 MW. Se trata de un liderazgo que no es nuevo, pero que sí se ha visto reforzado con el boom de los últimos años.
Por el contrario, hay regiones donde el ‘boom solar’ aún no ha despegado. En el norte, comunidades como Asturias, Cantabria, Galicia o el País Vasco apenas han variado sus cifras en los últimos dos años. En el caso de Cataluña, el crecimiento ha sido muy limitado: de 333 MW en 2023 a solo 387 MW en 2025. Algunas regiones incluso han retrocedido, como Baleares, que ha pasado de 337 a 336 MW.
Autoconsumo y territorio: luces y sombras del crecimiento
El crecimiento del sector no solo ha venido de la mano de las grandes instalaciones. El autoconsumo también vivió su particular explosión en 2022, cuando se instalaron más de 2.500 MW, el doble que el año anterior. Sin embargo, en los últimos meses, el despliegue en viviendas se ha ralentizado notablemente. En 2023, se instalaron 1.706 MW de autoconsumo fotovoltaico, lo que representa una caída del 32% respecto al año anterior. Esta tendencia continuó en 2024, con una instalación de 1.182 MW, un 31% menos que en 2023, acumulando un total de 8.137 MW de potencia instalada en el país. La patronal UNEF atribuye esta desaceleración a la desaparición de los dos motores fundamentales que incentivaron el crecimiento en años anteriores: los altos precios de la energía y las subvenciones del programa Next Generation. Además, la percepción de que los precios eléctricos ya no justifican la inversión y los retrasos en el reparto de las subvenciones, que en algunos casos tardan hasta dos años en cobrarse, han contribuido a esta ralentización
Un futuro entre la oportunidad y la incertidumbre
A medio plazo, la ambición de España pasa por alcanzar los 57.000 MW de fotovoltaica de suelo en 2030. Para ello, será necesario instalar 29.600 MW adicionales y movilizar más de 20.000 millones de euros en inversiones. Actualmente, ya hay en tramitación proyectos por más de 53.000 MW. El reto, sin embargo, no es menor: los atascos administrativos, la saturación de la red en algunas zonas y la gestión del equilibrio entre territorio, ecología y energía marcarán la viabilidad de esta expansión.
El apagón del lunes, aunque aún sin una explicación definitiva, recuerda que los sistemas eléctricos deben adaptarse a una nueva realidad. En cualquier caso, el incidente subraya la importancia de modernizar y fortalecer el sistema eléctrico para garantizar la resiliencia en la transición energética. “La caída a 0 de la red es un toque de atención que debería conducir a una planificación adecuada de la red eléctrica”, indican desde Ecologistas en Acción. A su vez la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) señaló recientemente que los Gobiernos deben tomarse en serio la inversión en redes eléctricas: “Los responsables políticos deben sopesar los mayores costes iniciales de unas infraestructuras más resilientes frente a los beneficios que supone la reducción de las interrupciones en el suministro energético”.
Desde la Asociación de empresas de energías renovables y otras tecnologías limpias de la Comunitat Valenciana (AVAESEN), Marcos J. Lacruz, subraya las ventajas de adaptación de la energía fotovoltaica sobre otras tecnologías y advierte de la necesidad de aumentar la capacidad de almacenamiento para construir un sistema energético más sólido. “Necesitamos aumentar la capacidad de almacenamiento drásticamente. Tenemos que instalar baterías que nos permitan aprovechar la energía cuando está barata en horas en las que no lo es. Esto hará que tengamos un sistema mucho más económico, pero también mucho más sólido”, afirma.