Lo ha anunciado el portal oficial de los Museos Vaticanos, para avisar a sus visitantes de que, desde ese día y hasta que se elija a un nuevo Papa, no podrán visitar una de las atracciones más populares e impresionantes del conjunto museístico. Después del funeral del sábado, comenzarán los novendiales, un luto de nueve días en los que se celebrará una misa diaria en honor de Francisco.
Este luto terminará el lunes 5 de mayo, cuando se cumplen 15 días desde el fallecimiento del Pontífice, por lo que, según el protocolo, se abre la horquilla de tiempo en la que debería celebrarse el Cónclave, que en ningún caso debería comenzar más allá de los 20 días. Por ello, el cónclave se celebrará entre el lunes 5 y el sábado 10 de mayo.
De hecho, este sábado, no solo la capilla que alberga los frescos de Miguel Ángel, sino la totalidad de los Museos, cerrarán en señal de luto por el funeral de Jorge Bergoglio. Tampoco abrirá el museo del palacio estival de Castel Gandolfo.
EL CÓNCLAVE Y LA CAPILLA
Bajo las pinturas del genio del renacimiento italiano, los más de 130 cardenales electores elegirán al 267º sucesor de Pedro. Los cardenales se mantendrán aislados del mundo hasta que se decidan con una mayoría de dos tercios por una persona. La Capilla debe ser preparada con tiempo, para que los purpurados puedan tener todo a su disposición.
Además, también hay que instalar el objeto que va a atraer las miradas de todo el mundo, la chimenea de la Capilla Sixtina. La multitud que se congregará en la Plaza de San Pedro y las cámaras de los medios de comunicación del mundo estarán pendientes del color del humo que expulse, durante las horas o días que se prolongue la elección.
¿CUÁNTO DURARÁ EL CÓNCLAVE?
No existe límite de tiempo, aunque es cierto que, en los cónclaves celebrados durante el último siglo, la decisión nunca se alargó más de tres días.
Aun así, existen antecedentes de cónclaves que se extendieron durante meses e incluso años. El más largo duró 34 meses, casi tres años entre 1268 y 1271. Duró tanto, que las autoridades empezaron a reducir la ración de comida que recibían los cardenales para forzarles a decidir. Incluso, desmontaron el techo del Palacio en el que decidían en aquella época, anterior a la construcción de la Capilla Sixtina, para dejarles día y noche expuestos a los fenómenos meteorológicos.
El Papa que salió elegido, Gregorio X, quiso evitar que se repitiera algo similar y estableció unas normas que, ahora, son escandalosas. A partir del tercer día sin elegir un Papa nuevo, los cardenales pasarían de tres a una sola comida diaria. Si la situación se mantenía hasta el octavo día sin que saliera elegido un nuevo Pontífice, los cardenales se expondrían a un régimen de pan y agua. Además, verían interrumpidas sus rentas desde el comienzo del Cónclave.
Evidentemente, esas normas fueron abolidas hace muchos años y, ahora mismo, permanecen vigentes las modificaciones que hizo Benedicto XVI para evitar la eternización de la elección: si la decisión se prolonga más allá de diez días, la lista de candidatos se reduciría a los dos más votados.