La Comisión Europea busca una salida negociada a la guerra comercial desatada por los aranceles globales impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidenta, Ursula von der Leyen ha tendido la mano este martes al primer ministro chino Li Qiang para trabajar juntos, insistiendo en la necesidad de evitar una escalada y vigilar los desvíos comerciales como consecuencia de la situación.
No hay orden en el caos, dijo von der Leyen la pasada semana cuando Trump anunció aranceles «recíprocos» a las importaciones, que en el caso de Europa ascienden al 20%, y en el de China, al 34%. La Unión Europea busca aliados, y ese caos está haciendo extraños compañeros de batalla. Este martes, mientras el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, está de camino a China, la presidenta de la Comisión ha tendido la mano a Pekín.
«En respuesta a la perturbación causada por los aranceles de Estados Unidos«, reza el comunicado publicado por el ejecutivo comunitairo, «la presidenta von der Leyen ha estresado la responsabilida de Europa y China, como de dos de los mayores mercados del mundo, de apoyar una fuerte reforma del sistema comercial libre, justo, y basado en la igualdad de condiciones». Cuestiones todas que Bruselas lleva años tratando de abordar en sus relaciones con Pekín y que abordará durante una cumbre que la presidenta ha asegurado que se celebrará en julio.
Daños colaterales
Von der Leyen aseguró la pasada semana estar de acuerdo con Trump en que «otros se están aprovechando injustamente de las normas actuales» y decía estar dispuesta «a apoyar cualquier esfuerzo para que el sistema de comercio mundial se adapte a las realidades de la economía mundial». También el comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, dijo el lunes que entendía la voluntad de Estados Unidos de reforzar su tejido industrial, de reducir dependencias, de luchar contra la sobrecapacidad.
«Entendemos el razonamiento. Lo que no entendemos es por qué tenemos que ser el receptor de estas medidas tan duras por parte de Estados Unidos», aseguró el comisario. Por eso, defendió Šefčovič, «la mejor manera de solucionarlo es una negociación que lleve a un acuerdo mutuamente aceptable». También explicó el esloveno que había ofrecido un acuerdo a Washington para eliminar los aranceles a las importaciones de coches y productos industriales que el propio Trump considera «insuficiente».
Ante la falta de voluntad de la Casa Blanca de negociar, Bruselas mira a Pekín, porque otra de las grandes preocupaciones de la Comisión en este contexto son los daños colaterales de la guerra comercial de Trump. La escalada entre EEUU y China -que ha respondido igualando los aranceles anunciados por el presidente- podría tener consecuencias desastrosas.
Al encarecerse hacer negocios con Estados Unidos, inevitablemente, muchos países buscarán mercados alternativos. Y el europeo es muy atractivo. Pro eso von der Leyen ha discutido con el premier chino la posibilidad de establecer un mecanismo para «dar seguimiento a posibles desvíos comerciales», especialmente en áreas donde ya existe sobrecapacidad. Es precisamente esa sobrecapacidad del mercado lo que ha hecho que la Comisión ya tome medidas para proteger, por ejemplo, el sector del acero y el aluminio.
Según la Comisión, en su llamada con Li Qiang, la presidenta también ha destacado la «urgencia» de reequilibrar las relaciones comerciales entre China y la Unión Europea. Lo que más preocupa es las dificultades en el acceso de las empresas europeas al mercado chino. El pasado mes de febrero, von der describió las relaciones con el gigante asiático como una «de las más complejas e importantes». También describió a China como «un socio comercial vital». Ante la escalada comercial con EEEU, todría podría serlo más.
Represalias
A la espera de una salida negociada, Bruselas se prepara para responder con represalias. Este miércoles, los gobiernos tendrán que dar su visto bueno a una lista de productos que la Comisión ha identificado para imponer aranceles en respuesta al incremento de un 25% del gravamen sobre las exportaciones de acero y aluminio. Ya en marzo, la Comisión apuntaba a igualar esa cifra con sus medidas compensatorias.
Aunque esa lista no se ha hecho pública por el momento, Bruselas apuntaba a productos como agrícolas como la soja, los lácteos, o los frutos secos, pero también industriales como plásticos, productos textiles, o madera. Esos productos tenían dos cosas en común: los principales productores están en estados republicanos y la Unión Europea tiene proveedores alternativos. La Comisión calcula que esos aranceles afectan a unos 26.000 millones de euros en importaciones. Sin embargo, Šefčovič confirmó el lunes que la respuesta no será idéntica, a petición de los gobiernos. «Queríamos asegurarnos de que la carga estaba repartida justamente entre todos los estados miembros», dijo el esloveno.
De lograr el respaldo de los gobiernos, las primeras medidas entrarán en vigor el próximo 15 de abril. Esas medidas son las que Bruselas tomó en represalia por los aranceles del 10% sobre el aluminio y el acero que Trump impuso en 2018 y que estaban suspendidas desde 2021, tras un acuerdo con el expresidente de Estados Unidos, Joe Biden. El resto de medidas para compensar por el incremento del gravamen ser harían efectivas un mes después, en regla con las normas de la Organización Mundial del Comercio según fuentes comunitarias.