El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, inauguró este jueves en Bruselas la reunión de ministros de asuntos exteriores de la OTAN con un discurso conciliador ante el miedo de que Estados Unidos pueda desentenderse de sus obligaciones con la Alianza. De hecho, Rubio calificó ese miedo de “histeria” y aseguró que no sólo el presidente Donald Trump estaba convencido de la continuidad de Estados Unidos en la OTAN, sino que su país estaba tan activo como siempre en sus instituciones y sobre el terreno.
Dicho esto, Rubio incidió en la necesidad de que todos los miembros europeos llegaran al 5% del PIB en gasto en defensa. “Sabemos que no es algo que se pueda hacer en un año o dos, pero queremos un compromiso en ese camino”. En la actualidad, ninguno de los 32 miembros de la OTAN cumple ni de lejos con ese objetivo. El que más gasta es Polonia, con un 4,12%, un país que históricamente sabe de la importancia de defenderse. El que menos, España, está en el 1,28% según los cálculos de la propia OTAN para 2024.
Pensar que 32 países pueden comprometerse a gastar decenas de miles de millones extra en muy pocos años y a la vez mantener un estado del bienestar que se ve amenazado estos días con los aranceles del propio Trump parece poco realista. Si lo que quiere Rubio son palabras de cara a la galería, todos pueden decir que sí, que llegarán en 2030. Si lo que quiere es una planificación concreta del camino a seguir, nadie se la va a poder dar. Hablamos de billones de euros, si sumamos a todos los países. España, por ejemplo, ya se las está viendo y deseando para llegar al 2%… ¿cómo esperar que doble esa cifra?
EEUU, el único país que reduce su gasto
Aparte, está la cuestión mencionada de que ni siquiera Estados Unidos llega a ese 5%. De hecho, es el único miembro que, en los últimos diez años, ha rebajado su gasto en defensa, pasando del 3,71% de 2014 al 3,38% de 2024. Sobre un PIB de 29,18 billones de dólares, un incremento del 1,62% supondría un gasto extra de 472.000 millones de dólares, es decir, después del desplome de este jueves, 428.000 millones de euros.
Un gasto que, además, Trump no está dispuesto a acometer. La idea de que Europa se encargue de su defensa y de que Japón y los aliados asiáticos hagan lo propio en el Pacífico Sur es poder reducir el gasto armamentístico. Si uno escucha a Steve Bannon, el gran ideólogo del movimiento MAGA, el mantra se repite con frecuencia: pese a su pasado como militar, Bannon insiste en que hay que recortar los gastos en el ejército. De hecho, Elon Musk ya ha metido la tijera en varias partidas destinadas a veteranos de guerra y militares en la reserva.
Trump no quiere un ejército más grande como no quiere un Estado más grande. Quiere lo justo para poder controlarlo a su antojo. La fidelidad va a estar siempre por encima del número y por mucho que Rubio insistiera este jueves que el compromiso del 5% también concierne a Estados Unidos, no hay señales que apunten en esa dirección. Tampoco es que sea una cuestión de esta administración: el gasto tampoco aumentó con Barack Obama ni con Joe Biden. Estados Unidos no parece percibir ningún peligro acechante. Al fin y al cabo, está estrechando lazos con todas las autocracias que podrían ser sus enemigos en un momento dado.
Reuters
La cuestión de Groenlandia
Otra cosa son los socios. La situación de Rubio en Bruselas es francamente incómoda. Al fin y al cabo, su jefe le ha mandado a reunirse con un montón de países a los que el día anterior no solo impuso unos aranceles salvajes, sino a los que calificó de “patéticos”, la misma palabra que utilizó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en la famosa conversación por Signal que filtró un periodista de la revista The Atlantic y en la que el antieuropeísmo rebosaba por los cuatro costados.
No acaba ahí la cosa. Ya en su primer mandato, Trump insinuó que el Artículo 5, por el que se aseguraba la defensa mutua de todos los países, resumido en el eslogan “si atacan a uno, nos atacan a todos” y que el propio George W. Bush invocó para su ataque sobre Afganistán tras los atentados del 11S, era cosa del pasado. En este segundo mandato, las insinuaciones se han hecho más insistentes y si Europa se está preparando a marchas forzadas para defenderse a sí misma es porque intuye que, si Rusia ataca Estonia, por poner un ejemplo, Estados Unidos no va a hacer nada al respecto.
De hecho, la duda ahora mismo es si Estados Unidos podría llegar a ser ese enemigo ante el que defenderse. En la reunión de la OTAN está, como es normal, el ministro de Asuntos Exteriores danés. Recordemos que Trump ha dejado claro que se quiere anexionar Groenlandia, que depende de Dinamarca, por las buenas o por las malas. En palabras textuales del vicepresidente JD Vance ante los militares estadounidenses destinados en la gigantesca isla: “El presidente ha dicho claramente que no cree que vaya a hacer falta una intervención militar… pero tiene claro que Groenlandia es parte importante de la seguridad no solo de los Estados Unidos, sino del mundo”.
Horas después, Trump bromeó con enviar tropas estadounidenses para “proteger” la isla. Creemos que era una broma, vaya, aunque es imposible saberlo seguro. En ese contexto, pensar en la vigencia de la defensa mutua es mucho pensar. El único estado que ha amenazado abiertamente con invadir territorio de un país de la OTAN es precisamente Estados Unidos. A ver cómo se las apaña Rubio para explicar eso a sus socios y convencerles de que, efectivamente, siguen siendo sus socios. No le será fácil.