Jardines y parques como arquitectura urbana

Los parques en las ciudades nos devuelven la humanidad que nos quita el cemento  y el asfalto. La sensación de vida, de frescor, es un catalizador que restablece la  homeostasis del ciudadano de a pie. No es poco para conservar la perspectiva en  unos tiempos en donde, la perplejidad, se ha instalado como rutina. 

Fue en un almuerzo, hace ya algún tiempo, cuando el afamado restaurador Sixto,  me comentó la influencia positiva de la vegetación en los núcleos urbanos. 

Los parques, dentro de las ciudades, cumplen muchas funciones: muestran la  diversidad botánica de la ubicación geográfica de la ciudad, con un poco de  iniciativa y gusto, suelen plantar especímenes de otras latitudes, para deleite y  asombro. Contribuyen a modular la temperatura y la humedad; favorecen la  interacción y cohesión social de los habitantes; son un catalizador de la  contaminación ambiental y funcionan como hábitat para muchas aves que  embriagan con su musicalidad. 

El interés por los jardines es una constante desde la antigüedad.  Platón enseñaba a sus discípulos en los jardines de Academo, en Atenas.  

Son citados por Séneca y Tácito, entre otros autores, como exponente del  refinamiento y buen gusto de los ciudadanos romanos. Séneca, en sus Tratados  Morales, describe la tristeza de los dioses por no tener adornados jardines… Y en el  testamento de César, leído por Antonio, instituyó como legatario de sus jardines del  Trastévere, al pueblo como parque abierto al disfrute de todos. Fue el primero que  hubo en Roma. 

Famosos jardines fueron ilustrados en mosaicos, como los existentes en el  auditórium de Mecenas, en el Esquilino; también los encontrados en la Villa de  Livia, en Prima Porta, cercana a Roma

Las casas o domus romanas disponían de un peristilo como centro de la vivienda,  caracterizado por su perpendicularidad y simetría. El arquitecto Vitruvio emplea la  proporción de un tercio más largo que su anchura. Rodeado de columnas y con  espacio para cultivar plantas, era un elemento importante en el ámbito doméstico  y social de la familia. 

No resulta extraño que, en el Renacimiento, el jardín o el parque, a semejanza de la  literatura y filosofía clásica, fuera recuperado, rediseñado y amoldado a postulados humanistas. La naturaleza es concebida por el pensamiento renacentista como  animada por la «naturaleza del mundo». Se considera que todas las partes del  universo están vinculadas entre sí y en todas ellas se detecta una «simpatía  universal». Esta tesis justifica que cualquier acción repercute en el todo. Y por ello  mismo, una naturaleza o jardín en armonía, refleja el orden y la equidad en el  mundo. 

En España, la introducción de la arquitectura de jardines fue apoyada por dos vías  principalmente, una por los reyes, seguida por la aristocracia. Y otra, a partir del s.  XIX, por los Ayuntamientos, que adoptaron una corriente de pensamiento médico y  arquitectónico, denominado «Higienismo», que defendía los espacios naturales en  las ciudades. 

A iniciativa de los reyes españoles, destacamos a Carlos I. Diseñó los jardines del  monasterio y el palacio de Yuste; los jardines del palacio de Carlos V en la Alhambra  de Granada; los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla; los jardines del palacio  de Aranjuez. El estilo empleado por el emperador fue una combinación de arte  gótico y renacentista. 

Felipe II, siguió la senda de su padre. Fue un monarca muy identificado con los  principios renacentistas muy apegados a la naturaleza. Diseños suyos los vemos  en la isla de Aranjuez, en El Escorial, en La Fresneda, conocida como La Granjilla.  También le debemos los jardines en el Palacio de El Pardo, construidos sobre el foso  de la fortaleza. Rodeó de jardines el antiguo alcázar de Madrid y sus jardines del  Rey, de la Reina, de las Infantas, del Cierzo, del Campo del Moro y puso en marcha  las plantaciones de arbolado en la Casa de Campo

En el s. XVII, Felipe IV comenzó una ampliación del Cuarto Real que existía junto a  los Jerónimos, y los llamó Jardines del Buen Retiro. Reunía el esparcimiento con el  teatro y el baile. El estilo predominante fue barroco. A él se debe la reforma de los  jardines del Alcázar de Madrid; los jardines de la Casa de Campo; los jardines del  Real Sitio de Aranjuez y los jardines del Real Sitio del Pardo

Felipe V creó los jardines del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, inspirados  en el palacio francés de Versalles, construido por su abuelo Luis XIV. Posee un  diseño geométrico y simétrico con 26 fuentes monumentales con motivos  mitológicos. También los jardines de Aranjuez y del Palacio Real de Madrid

Carlos III promovió la edificación del Jardín Botánico de Madrid y los jardines del  Campo del Moro, en el Palacio Real, como obras más representativas

A Carlos IV le debemos la creación del Jardín del Príncipe, en Aranjuez, desde 1772  a 1804, con una extensión de 150 ha. Cuenta con unas puertas de tipo  monumental, de estilo neoclásico, obra de Juan de Villanueva y distintas construcciones: pabellones, embarcadero, isla en el lago, fuentes… que  constituyen un conjunto muy armónico. 

Isabel II fue también una gran entusiasta de los parques y jardines. Sus obras más  características son los Jardines del Palacio de Vista Alegre, en Madrid; los Jardines  de Isabel II, en Valladolid, y numerosas plazas ajardinadas en Madrid, como la plaza  de Oriente. Fue impulsora de muchos espacios verdes, adaptados a la estética  romántica del s. XIX. Fomentó la apertura de estos espacios al público para su  disfrute y sosiego. 

El rey Juan Carlos I, promovió la restauración de los jardines del Campo del Moro;  el parque Juan Carlos I, en Madrid, y los jardines del Palacio de la Zarzuela, como  iniciativas más sobresalientes. 

Pocos jardines de la aristocracia han llegado a nuestros días. No pueden  compararse con los existentes en Inglaterra y Francia, pero los que quedan son muy  hermosos. 

Como ejemplos, cito los del palacio de las Dueñas, propiedad del duque de Alba,  en Sevilla. Aplica un estilo gótico-mudéjar-renacentista. Fue construido durante los  siglos XV y XVI. Como hecho relevante, en él nacieron los poetas Manuel Machado  y su hermano, Antonio Machado

El pazo de Oca, en Pontevedra, tiene sus orígenes en el s. XIII, aunque las  construcciones actuales proceden del s. XVIII. Los jardines fueron diseñados por François Viet, jardinero del Campo del Moro de Madrid. Cuentan con setos de boj y sembradíos de camelias, azaleas, palmeras y rododendros. Junto a un lago y su  isla. Y todo ello rodeado de un paisaje de robles, castaños, nogales y abedules. 

Los jardines del príncipe de Anglona, ubicados en la plaza de la Paja de Madrid. Fue  creado en 1761. Posee una planta rectangular y una superficie de unos 500 m y  caminos a ladrillo dispuestos a sardinel. 

También en esta ciudad se encuentra el parque El capricho de la Alameda de  Osuna, levantado entre 1787 y 1839 para los duques de Osuna. Cuenta con una  gran riqueza botánica y escultórica, obras creadas por importantes artistas de la  época. 

El jardín histórico Parc Samá, en Cambrils (Tarragona), levantado por el marqués de  Marianao en 1881, con gran diversidad botánica. 

Con su historia, sus trazados, fuentes y lagos. La riqueza arbórea y floral transmiten un sosiego que invita al peregrino que busca algo de descanso en el trajín de un camino duro.

por 

Juan B. Lorenzo de Membiela  

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