El mayor patrimonio que tiene el Valencia CF es su afición. No falla en un momento crítico, o  mejor dicho, en un periodo crítico en un club de tanta historia. Penúltimo clasificado en la Liga y, por tanto, con la amenaza del descenso muy presente, la parroquia che puede estar contra la propiedad, pero sigue yendo a su estadio para poner su grano de arena en pos de la salvación. Disputar los cuartos de final de la Copa del Rey era una manera de conectar con su auténtico pasado, el que competía hasta las rondas finales por los títulos, y por eso Mestalla registró ante el FC Barcelona la mejor entrada de la temporada. El 0-5, sin embargo, provocó esa estampa final de una grada en deserción, mientras que algunos de los que se quedaron la tomaron con el equipo y, como era previsible, con el palco.

Hubo ya muchas sillas vacías tras el descanso, cuando el marcador registraba ya un inapelable 0-4. El cruce a partido único reunió inicialmente a 46.806 espectadores en Mestalla, la mejor entrada de la temporada. Mejoró, por poco pero mejoró, los 46.610 que presenciaron el Valencia-Barça de la primera jornada de LaLiga.

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Mientras fueron cayendo los goles del Barça, que hace unos días ya había vapuleado en Montjuïc en la Liga al Valencia (7-1), los cánticos arreciaron también contra el máximo accionista, Peter Lim, pero se hicieron extensivos a los jugadores con el consabido coro «esa camiseta, no la mereceis».  Cuando cayó el quinto gol del Barça, obra de Lamine Yamal, quedaba más de media hora de partido. Pero ya muchos aficionados decidieron que, en día laborable, lo mejor era irse a casa a dormir.



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