‘V.I.P.’ – J Kbello
Tenía la presión de ser uno de los favoritos. Su actuación estaba llamada a liderar una participación masculina que todavía no se ha llevado a cabo desde que RTVE creó esta preselección. Y seguro de sí mismo, sin descuidar ni el baile ni el aspecto vocal, J Kbello se enfundó la tarea de brillar sobre un escenario muy oscuro con ‘V.I.P.’. Partiendo de unos colores poco acertados y una opacidad propia de una discoteca en vez de un plató de televisión, defendió su propuesta sin saltarse partes de la canción (cosa de agradecer) y moviendo a un respetable que, entregado, seguía de cerca los pasos del gaditano. No obstante, tanto público como jurado acabaron comprándole la propuesta e invitándole a la gran final.
‘Bésame’ – Carla Frigo
Otra de las divas de la noche. Carla Frigo se presentaba sobre el escenario con una caja fuerte y unos bailarines dispuestos a subir la temperatura del Palau d’Esports de Benidorm. La catalana pisó la tarima con seguridad, consciente de sus capacidades y derrochando sensualidad en cada uno de sus movimientos. Estaba entregada a la canción, con una actitud innegable, pero un servidor no terminaba de entender la relación de una canción como ‘Bésame’ con una caja fuerte. ¿Era una llamada al producto español con ‘La casa de papel’? Una canción que no engancha tanto como la de Daniela Blasco y que compite directamente con ‘Uh Nana’. Así pareció entenderlo también el público, que no le dio la oportunidad de actuar por segunda vez en el festival.
‘Raggio di sole’ – Mawot
Llegaba el momento de ver la puesta en escena de una de las canciones más incomprendidas por el público. Mawot demostró estar convencido del poder de ‘Raggio di sole’, y buscaba demostrárselo a la audiencia que votaba desde casa. La canción se queda en la cabeza y su actuación fue muy buena a nivel vocal. Pero este estilo tiene difícil voto entre la gente joven. Podría apelar a la nostalgia, pero suena más a ‘revival’ que a una propuesta competente. Visualmente preparó una muy digna escenografía, colorida y contenedora de un final profundo que abrazaba el significado de la canción. Su niño interior le invita a irse con él para sanar las huellas emocionales de la infancia. Sorprende ver, por el aplomo que demostró, que no se hubiera subido a un escenario en 24 años desde que actuase precisamente en el Festival de Benidorm de 2001. Esperemos que esto pueda significar el relanzamiento de su carrera musical.
‘La casa’ – Celine Van Heel
Una escenografía que no supo aprovechar todo su potencial fue la que presentaba Celine Van Heel con ‘La casa’. Con un juego de siluetas impresionante al comienzo de su actuación, la artista apostó fuerte por la producción técnica. Desde el público se veía un escenario poco aprovechado que cobraba sentido en la visual que llegaba por televisión. Pero que una canción tan bien interpretada a nivel vocal se quede a medio camino refuerza que se quede una presentación algo plana. La macroescalera captó más atención que la propia intérprete en una canción de salsa a la que le faltó precisamente eso, salsa.
‘Esa diva’ – Melody
Melody no se anda con rodeos. Pone todas las cartas sobre la mesa y busca no solo ganar el micrófono de bronce, sino dar la talla en Basilea. ‘Esa diva’ llegaba con dudas. Sus ecos del pasado no dejaban ver más allá de lo que aparentemente era un recuerdo constante de la rumbera que fue. Pero si algo tiene la sevillana son tablas y las aprovechó a la perfección. Bajó del cielo con las ganas de comerse el escenario, y lo consiguió enseguida, dejando boquiabiertos a los allí presentes. Una actuación llena de fuerza que mantuvo interés de principio a fin. Fue diva, fue poderosa y consiguió pasar a la final por méritos propios y no por el cariño de la gente. Hizo una escenografía acorde con la altura del festival, y esa es la tecla que hay que pulsar para conquistar este certamen. El agudo fue boicoteado por su pelo y por unos segundos de desconexión televisiva que no pudieron con ella.
Con esta segunda semifinal finiquitada, ya se conocen las ocho propuestas que competirán por el micrófono de bronce el sábado 1 de febrero. Una carrera de fondo por ser el representante de España en Eurovisión que se muestra más igualada que en otras ediciones y de la que no se puede sacar ninguna conclusión precipitada. Todo se decidirá en una gala de infarto que pretende no dejar indiferente a nadie.