«Gaza es un escenario apocalíptico». Con estas palabras describe la situación de la Franja la directora ejecutiva de la UNRWA en España, Raquel Martí. Y lo hace apenas unas horas después de que Israel y Hamás anunciasen un «muy esperado» alto el fuego que, matiza, «llega 46.000 muertos tarde».
Las víctimas mortales, recuerda la responsable de la agencia de Naciones Unidas, «podrían haberse evitado», tanto las palestinas como los rehenes israelíes que han fallecido en los últimos 15 meses. Como también, insiste, el sufrimiento de los millones de personas que se hacinan en la Franja.
Con todo, la organización celebra el alto el fuego, como también lo hacen en Acción contra el Hambre. Jean Raphael Poitou, responsable de incidencia para Oriente Medio de la oenegé, asegura que «es una buena noticia para las personas que llevan más de un año viviendo en el infierno«.
Porque, coinciden ambos, eso es en lo que se ha convertido la Franja de Gaza: un verdadero reino de Hades. Ahora, dice Martí, lo fundamental es «darle un respiro a la población que ha sufrido una devastación enorme y un sufrimiento terrible con esta ofensiva militar durante 15 meses».
La directora de la UNRWA también recuerda que los gazatíes están «absolutamente exhaustos». Y es que el bombardeo constante, que les ha forzado a mantenerse en movimiento, «incluso muchas veces sin poder ni siquiera enterrar a sus seres queridos» ya está pasando factura a su salud e integridad física y mental.
Por eso, insisten ambos expertos, este alto el fuego —con los posibles fallos que pueda tener— era «absolutamente necesario» para la población civil. Con él, explica Martí, podrán «llorar a sus muertos y expresar todo el sufrimiento y todo el estrés que han sufrido a lo largo de todos estos meses».
Un SOS humanitario
Desde la oenegé Alianza por la Solidaridad-ActionAid hace un balance de lo que ese sufrimiento del que habla Martí supone. «La ofensiva brutal e implacable del ejército israelí ha dejado más de 46.000 personas muertas, decenas de miles con lesiones de por vida y ha convertido gran parte de Gaza en una zona inhabitable, con más de dos tercios de los edificios destruidos».
El alto el fuego, recuerdan desde la organización que trabaja sobre el terreno en territorio palestino, «no devolverá los cientos de miles de viviendas destruidas, ni las ciudades enteras borradas del mapa». Por eso, indican, «los esfuerzos de reconstrucción deben comenzar ahora para proporcionar con urgencia refugio a la población gazatí sin hogar y desplazada en toda la Franja».
Desde Naciones Unidas exigen que el primer paso tras este anuncio del fin de las hostilidades sea permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Solo así, advierte Martí, se podrá «evitar que siga habiendo muertes».
Los 15 meses de bombardeos incesantes sobre la Franja se traducen en un sistema sanitario inexistente y de fuentes de alimentación y de agua potable desaparecidas. Además, recuerda Martí, «hay muchísimas personas con enfermedades que necesitan tratamiento»; en concreto, «más de 14.000 personas necesitan asistencia sanitaria fuera de Gaza para sobrevivir» y ninguna tiene permiso para salir.
Por eso, insiste, «es necesario que se abran todos los cruces fronterizos y que se permita la entrada de ayuda humanitaria, también de tiendas de campaña y de material de invierno, porque ya han muerto ocho bebés y dos adultos por hipotermia». El invierno de Gaza es duro, y aún más a la intemperie.
La principal preocupación de las organizaciones humanitarias ahora mismo es que este alto el fuego permita «que se pueda llegar a todas las personas que necesitan ayuda e intentar que sus vidas dejen de estar en riesgo», indica Martí.
El sufrimiento no cesa
Porque, como recuerda la directora de UNRWA, «que dejen de caer bombas no significa que la gente deje de morir». Algo que se ha visto una y otra vez a lo largo de la historia después de cada conflicto.
«El proceso de desescombrado de Gaza va a ser ingente«, asevera. Y asume que la retirada de escombros y posterior reconstrucción de la Franja «va a llevar más de una década».
Esto, insiste, se traduce en que en ningún caso el alto el fuego va a «poner fin al sufrimiento de la población de Gaza», que seguirá sufriéndolo al menos diez años más. «Seguirán muriendo personas que están ahora mismo enfermas graves». La falta de hospitales, que tendrán que sustituirse con otros de campaña, es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la población.
Destrucción absoluta
La directora de UNRWA España hace balance de lo que los últimos 15 meses de bombardeos incesantes han supuesto par Gaza. Datos, por cierto, a tener en cuenta a la hora de reconstruir la Franja, pues, como dice, «prácticamente no quedan infraestructuras que no hayan sido dañadas».
-
El 85% de las escuelas han sido destruidas.
-
El 95% de los hospitales han sido atacados o destruidos.
-
El 68% de las tierras agrícolas se han destruido.
-
Estima que habrá que retirar más de 40.000 toneladas de escombros en los que se cree que hay 7 millones y medio de toneladas de remanentes explosivos sin detonar.
-
Hay 11.200 denuncias de desapariciones que se presume son «cuerpos ya sin vida de personas bajo los escombros».
-
Además, habría al menos dos toneladas y media «como mínimo» de amianto, un material «muy peligrosos para la salud».
Aprovechar la oportunidad
Los próximos meses, e incluso años, serán complicados tanto para la población de Gaza como para las organizaciones humanitarias que buscan aliviar su sufrimiento. Por eso, como indica Jean Raphael Poitou, es fundamental que la comunidad internacional se asegure de que el alto el fuego prospere y «se mantenga».
Porque, recuerda, «ya hemos visto otros intentos fallar». Ahora, más que nunca, la población gazatí depende de ello para sobrevivir al frío invierno —y los que quedan por venir—. Por eso, Poitou insiste en que se debe tomar este momento histórico como «una oportunidad para la comunidad internacional consiga eso en lo que las organizaciones se empeñan desde hace tiempo: apoyar un proceso de paz para acabar con la guerra«.
Y es que el de Gaza es un conflicto que, como recuerdan Martí y Poitou, no es nuevo. Se viene desarrollando desde hace casi cinco décadas; 48 años para ser exactos. Por eso, insiste el responsable de incidencia para Oriente Medio de Acción contra el Hambre, es vital llevar a cabo «un proceso de reconciliación».