La ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez / Fernando Sánchez – Europa Press

La falta de vivienda asequible en España ya no es un lamento global. Es una crisis que afecta a varias generaciones, aunque se esté cebando con los más jóvenes, y que desdibuja el país que deberíamos estar construyendo para las próximas décadas. Este agujero social está cambiando (para mal) la vida a miles de personas que además de estar perplejas y bloqueadas ante la falta de respuestas, votan. Según el calendario político no lo harán este año –ya veremos–, pero votar, votarán. Y es más que previsible, según advierten las encuestas, que su opción en la urna esté muy marcada por la rabia de no tener un techo digno garantizado bajo el que emprender etapa vital.

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