La versión más falsa de la libertad de expresión consiste en aplicarla solo a los pronunciamientos que nos parecen aceptables. La variante más cacareada desde el volterianismo amplía el concepto a los enunciados que nos desagradan. Sin embargo, la visión más refinada adjudica la libre exposición a los manifiestos que nos resultan absolutamente indiferentes. El liberal genuino defiende a Lalachus sin necesidad de soportarla, sintetiza y economiza. Esta excursión debe servir de consuelo a quienes no han visitado la página charliehebdo.fr ni una sola vez, durante la década transcurrida desde el atentado que acabó con la vida de doce trabajadores de la revista satírica.

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