En 2021, un sistema de inteligencia artificial diseñado por John Jumper resolvió uno de los  problemas más complejos de la ciencia durante más de 50 años: predecir el plegamiento tridimensional de las proteínas secuenciando aminoácidos. Por este hallazgo recibió el Premio Nobel de Química en 2024. 

Pero este resultado tan espectacular es producto de una larga evolución.

  

A lo largo de la historia encontramos varias máquinas y técnicas creadas por el hombre a las que  han querido atribuir la condición de inteligentes. Aristóteles comenzó a codificar ciertas formas de razonamientos deductivos que llamó silogismos.  

Ramón Llul, místico y filósofo español, explicaba en su libro Arsgeneralis ultima del s. XIII un  ingenio de papel con discos concéntricos escritos con letras y símbolos que al girar y combinarse  mostraba verdades. Ese pensamiento constituía un Ars magna, de inspiración divina, cuya  finalidad era convertir a infieles mostrando razonamientos que no pudieran ser rebatidos. Se  trata de un sistema de lógica mecánica basado en símbolos y diagramas.

Gottfried Leibniz, en el s. XVII, esboza un proyecto algebraico universal que acumulaba todo el  conocimiento, incluidas las verdades morales y metafísicas. Vivió con la esperanza de que pudieran ser algún día representadas en un único sistema deductivo. Lo llamó cálculo filosófico  o raciocinador que no pudo ser plasmado con la tecnología de la época. 

George Boole, un matemático del s. XIX, nacido en Gran Bretaña en 1815, quiso entender a Dios  a través de las matemáticas y lograr descubrir sus aspectos esenciales. Boole desarrolló en su  libro An Investigation of the Laws of Thought, publicado en 1854, la tesis de que las  proposiciones lógicas podían ser tratadas mediante herramientas matemáticas.  

A finales del s. XIX Gottlieb Frege, nacido en Alemania en 1848, propuso un sistema de signos para el razonamiento mecánico, lo que facilitó mucho el cálculo de predicados o lógica de  primer orden en 1879. Esta lógica implica objetos y relaciones que suceden entre los hechos  que se dan o no en la realidad. Frege, facilitó las bases teóricas para el desarrollo de la  inteligencia artificial. La capacidad de las máquinas para procesar y responder instrucciones  lógicas tiene su origen en los principios establecidos por Frege. 

Andréi Kolmogórov, nacido en la URSS en 1903, fue un matemático, discípulo del profesor  Nikolái Luzin, que desarrolló la teoría de la lógica probabilística y, con ella, mucha de las técnicas  empleadas por la inteligencia artificial. 

Lotfi Zadeh, de origen iraní, aunque nacido en Baku, Azerbaiyán, en 1921, fue un ingeniero  electrónico que emigró a los EE. UU., en donde ejerció docencia en la cátedra en la Universidad  de California, en Berkeley. Inventó el concepto de lógica difusa en 1956. Una técnica que  permite a los ordenadores y máquinas operar con conceptos imprecisos como hacen los  humanos y lograr resultados eficientes y adecuados a la realidad.

Judea Pearl nació en Tel Avid en 1936, emigró a EE. UU. e ingresó en la Universidad de California en Los Ángeles. Su contribución a la inteligencia artificial es haber aportado herramientas que permiten suministrar conocimiento a las máquinas basado en las relaciones causa-efecto. Ha  posibilitado que las máquinas puedan explicar no solo el porqué de sus decisiones, sino también  contestar a los resultados alternativos.

El primer artículo científico sobre inteligencia artificial fue publicado por el británico Alan  Turing, nacido en Londres en 1912. Dos aportaciones decisivas.  

En 1936 publicó un artículo considerado como origen de la informática teórica, en él razona  como computable todo lo que puede resolverse mediante un algoritmo, el resto son tareas no  computables.  

En 1950, publica su obra Computing Machinery and Intelligence, en donde se pregunta si las máquinas podrían pensar. No dio una respuesta unívoca, sino que prefirió diseñar una prueba para evaluar la capacidad de una máquina que mostrara un comportamiento inteligente, se  llamó el test de Turing. 

En estos hechos históricos se plasman los antecedentes de la IA, no son todos, pero sí se  encuentran los más notorios. De ellos constatamos una evolución: de unas concepciones  exclusivamente teóricas muy antiguas, se evoluciona hacia un desarrollo más pragmático a  través de las matemáticas, que constituyen el sustrato de la IA.

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