Normalmente, las ciudades usan pruebas microbiológicas y análisis químicos para comprobar la calidad de las aguas destinadas al consumo humano y monitorizar la presencia de sustancias tóxicas. Sin embargo, una importante capital europea, Varsovia, ha apostado por un sistema novedoso (aunque ya conocido) y totalmente innovador: emplear almejas vivas, un animal que es capaz de detectar el más mínimo vestigio de contaminación en el agua.

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