¿Qué significa para usted este reconocimiento?
Para mí es todo un orgullo, pero quiero destacar que esto es fruto del trabajo en equipo. Hablo del personal de enfermería y de física médica, así como del resto de compañeros del grupo de Digestivo de Oncología Radioterápica, tanto la doctora Salas como la doctora Lloret y el doctor Alayón.
¿Qué motivó su interés por la investigación en hipertermia oncológica?
La idea inicial surgió en 2020 por parte de la jefa del servicio de Oncología Radioterápica, la doctora Marta Lloret, ya que el cáncer de recto localmente avanzado presenta un reto. Y es que, aunque tenemos un muy buen control local, vemos que el 30% de los pacientes acaba teniendo metástasis en un período de cinco años. Por esta razón, consideramos que había que buscar una estrategia que mejorara el resultado de los tratamientos convencionales sin aumentar la toxicidad. Fue entonces cuando encontramos una oportunidad en la hipertermia para mejorar y potenciar el efecto de la radioterapia y la quimioterapia. El propósito es tratar de impactar en el control de la enfermedad a nivel local y que esto a su vez pueda tener un efecto a nivel sistémico. Esta materia me llama mucho la atención porque nuestro objetivo es siempre ofrecer las mejores oportunidades a nuestros pacientes.
Usted se ha centrado en abordar los efectos del tratamiento en el cáncer de recto localmente avanzado. ¿Cómo se aplica la terapia en estos casos y qué beneficios aporta a los pacientes?
Se aplica siempre en combinación con la quimioterapia y la radioterapia. En el caso del cáncer de recto localmente avanzado, actúa como una terapia neoadyuvante, lo que significa que se administra antes de la cirugía para reducir el tamaño del tumor y mejorar las probabilidades de éxito quirúrgico. El tratamiento neoadyuvante estándar incluye quimioterapia y radioterapia administradas simultáneamente. En este contexto se incorpora la hipertermia como un complemento y se aplica de manera conjunta con la radioterapia, dos veces por semana, durante todo el período de tratamiento. Esto potencia los efectos de la radioterapia y la quimioterapia, aumentando el porcentaje de respuestas patológicas completas y ayudando a controlar mejor el tumor a nivel local. Además, buscamos impactar en la diseminación a distancia -metástasis-.
«El 30% de los pacientes con cáncer de recto localmente avanzado acaba teniendo metástasis»
¿Cuáles son los principales aspectos que destacaría del trabajo que ha presentado?
Básicamente, lo que más llama la atención y lo que hace que se diferencie de otros que ya han sido publicados es la localización tumoral, ya que en el cáncer de recto localmente avanzado no está tan estudiada como en otros tipos de tumores. Además, he querido destacar la capacidad que tenemos para registrar en tiempo real la temperatura y la posibilidad de modificarla, lo que hace que el tratamiento sea más tolerable y que alcancemos los parámetros de calidad necesarios para que sea efectivo.
¿Cuánto tiempo llevan aplicando la hipertermia en el Doctor Negrín?
Desde 2020, llevamos trabajando con un equipo de última generación que se llama ALBA 4D para administrar hipertermia profunda. Ahora bien, antes de contar con este aparato teníamos otro destinado a tratar tumores en otras localizaciones. Con él empezó toda la tradición de hipertermia en torno a 2017. El ALBA 4D cuenta con 64 sensores de temperatura que están distribuidos de forma geométrica, lo que nos permite comprobar que estamos administrando el calor de una manera adecuada y también modularlo. Además, dispone de cuatro antenas que transmiten la radiofrecuencia y, en función de cómo se registre la temperatura en cada uno de los sensores y las sensaciones que experimenten los pacientes, podemos redistribuir, incluso, la potencia de cada antena para ajustarla a las necesidades de cada caso en tiempo real.
¿Qué requisitos deben reunir los pacientes que se pueden beneficiar de esta técnica?
Tienen que ser personas que presenten un buen estado general, que no tengan muchos problemas de movilidad y que en el momento en que vayamos a aplicar el tratamiento no presenten un sangrado activo. Además, tampoco pueden tener una prótesis metálica en la zona en la que vamos a administrar el calor.
¿El tamaño del tumor también es un factor que se tiene en cuenta?
No. El tamaño del tumor no condiciona la eficacia del tratamiento.
¿Qué efectos secundarios provoca la terapia?
Realmente, la hipertermia no presenta efectos secundarios significativos. Durante el tratamiento, aumentamos la temperatura en la zona afectada a un rango controlado que oscila entre los 40 y los 43 grados centígrados, unos niveles diseñados específicamente para dañar los tejidos tumorales, pero sin llegar a afectar a los tejidos sanos. Esto es posible porque los vasos sanguíneos de los tejidos sanos tienen la capacidad de disipar el calor y mantener una temperatura adecuada, actuando como un sistema de refrigeración natural. Por el contrario, los tejidos tumorales carecen de esta capacidad, lo que los hace más vulnerables al calor. Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar molestias como sensación de calor o incomodidad durante la sesión. Estas son generalmente leves y no implican efectos secundarios adicionales. Es importante subrayar que la tolerancia al tratamiento puede variar entre individuos, pero no aumenta la toxicidad general del proceso.
En el caso de que los pacientes presenten una recidiva, ¿se puede volver a aplicar?
Sí. De hecho, ahora mismo estamos profundizando en esto.
¿Cómo es el seguimiento que deben llevar los enfermos que se someten a esta práctica?
Nosotros siempre vemos a nuestros pacientes todas las semanas cuando están en fase de tratamiento activo, independientemente de que reciban hipertermia o no. El objetivo es valorar los efectos secundarios de las terapias y la tolerancia. Cuando finalizan, los citamos una vez al mes y, posteriormente, aplicamos el protocolo habitual de seguimiento de la patología, que consiste en supervisar los casos cada tres meses, durante los dos o tres primeros años.
¿Cuáles son las principales innovaciones que se han producido en el campo de la hipertermia a lo largo de estos años?
Sobre todo, la posibilidad de monitorizar la temperatura en tiempo real. Esto nos da la oportunidad de concentrarla en el foco que nos interesa y ver cómo se distribuye. Dentro de la sala, siempre se encuentra una enfermera que le pregunta a cada paciente cómo se siente. Si este dice que nota mucha sensación de calor o presión en un punto determinado, somos capaces de optimizar el tratamiento y redistribuir la radiofrecuencia que genera ese calor para disminuir las molestias.
¿A qué desafíos se han enfrentado a la hora de implementar la hipertermia en el complejo?
Lo más complicado fueron los inicios. De hecho, fue necesario diseñar un flujo de trabajo óptimo y paralelo al de la radioterapia, que impidiera retrasar el tratamiento estándar. Esto implicó que todos los pasos se llevaran a cabo de manera conjunta, evitando a los pacientes visitas adicionales. Todo esto, a través de una relación muy estrecha con los compañeros de enfermería y física médica, ya que desempeñan un papel crucial en la organización y ejecución de las terapias. Gracias a este esfuerzo conjunto, hemos logrado establecer un sistema perfectamente integrado.
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