La huida de Carles Puigdemont primero a Alemania y luego a Bélgica hizo que se vieran las costuras de la Unión Europea. La euroorden no funcionó porque el delito de sedición no se reconocía. Un fugitivo en un país de la UE encontraba acogida en otro por la puerta de atrás. Ahora ha vuelto a suceder en un caso que atañe a quien fuera viceministro de Justicia del gobierno de Ley y Justicia. Hungría le ha dado asilo político, como si se tratara de un perseguido en un país donde no se respeta el estado de Derecho. Con esta decisión, Viktor Orbán dinamita los fundamentos de la Unión. Y lo hace cuando Hungría todavía ejerce la presidencia del Consejo de la UE.

Marcin Romanowski, diputado del partido opositor Ley y Justicia (PiS) de Polonia, se enfrenta a 11 cargos por malversación de fondos públicos cuando fue viceministro de Justicia entre 2019 y 2023. El Parlamento polaco le levantó la inmunidad el verano pasado y un tribunal de Varsovia emitió el jueves una orden europea de detención contra él. Informaciones periodísticas apuntaban a que había huido a España pero luego se supo que había llegado a Hungría.

El ex diputado nacionalpopulista ha difundido un mensaje de video en sus redes sociales en el que acusa al primer ministro polaco, Donald Tusk, y al ministro de Justicia, Adam Bodnar, de «usurpar ilegalmente el poder», y de procesarle indebidamente.

El gobierno que encabeza Donald Tusk se constituyó en diciembre de 2023 como consecuencia de las elecciones celebradas el 15 de octubre del año pasado. Ley y Justicia fue el partido más votado pero sin mayoría para gobernar. Sí sumaron los diputados suficientes Coalición Cívica, Lewica (Izquierda) y Tercera Vía. Es un gobierno fruto de unas elecciones democráticas. Pero el resultado no gustó a los nacionalpopulistas, ya que sabían que iban a tener problemas después de años de abuso de poder y de violaciones del estado de Derecho.

Hungría como Bielorrusia

El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha lanzado una clara advertencia al primer ministro húngaro. «Orbán tiene mucho más que temer al gobierno polaco que al contrario». Polonia ejerce la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea en el primer semestre de 2025 y Orbán está rebasando todas las líneas rojas imaginables al poner en cuestión el estado de Derecho en un país de los Veintisiete. Tusk comparó a Hungría con Bielorrusia. «No esperaba que los funcionarios corruptos que huyen de la Justicia pudieran elegir entre Hungría y Bielorrusia».

El Ministerio de Exteriores de Polonia ha convocado al embajador de Hungría este viernes. «Consideramos que la decisión de conceder asilo político a Marcin Romanowski, buscado en virtud de una orden de detención europea, es un acto hostil a la República de Polonia y contrario a los principios elementales que vinculan a los Estados miembros de la Unión Europea», se señala en un comunicado.

En las páginas de Rzeczpospolita, Jędrzej Bielecki aboga por que se prive a Hungría del derecho de voto. «Varsovia debería llevar el procedimiento a su fin lógico: empujar a Hungría a los márgenes de la UE. Si las autoridades de Budapest no reconocen el Estado de derecho en otro Estado miembro de la UE, ¿por qué los socios de Hungría deberían ver a Budapest como un socio de la UE? A esto puede conducir el artículo 7 del Tratado de la Unión, que prevé la privación definitiva de los Estados acusados ​​del derecho de voto en el Consejo de la UE».

Por un lado, el primer ministro húngaro puede estar haciendo un cálculo electoral, ya que en 2026 se celebran legislativas y su opositor, Peter Magyar, cada vez es más popular. Jugar la carta nacionalista siempre le ha resultado rentable. Y siempre está jugando con su posición equidistante entre el Kremlin y Bruselas, un malabarismo cada vez más insotenible.

Por otro, en Polonia se celebran elecciones presidenciales en la primavera de 2025. Son cruciales tanto para Donald Tusk como para su rival desde hace décadas, Jarosław Kaczyński, el líder de facto de los nacionalpopulistas de Ley y Justicia. Y los nacionalpopulistas van a por todas. Su candidato, Karol Nawrocki, un historiador apenas conocido por los ciudadanos, se mide con el alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, el candidato de Coalición Cívica, quien en la primavera pasada renovó su mandato municipal en primera vuelta.

Los liberales de Donald Tusk necesitan contar con un jefe de Estado que les sea leal. Pero los nacionalpopulistas están desesperados por mantener la Presidencia porque les sirve para vetar muchas iniciativas legislativas. Sus tejemanejes en los tribunales no les está librando de tener que pagar por los casos de corrupción en los que estuvieron envueltos muchos de sus dirigentes. Por ello, se echan en los brazos de Viktor Orbán, a pesar de su cercanía con el Kremlin. Ese abrazo con el amigo de Moscú podría salirles muy caro.

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