Mientras la Comunidad Valenciana todavía se está recuperando de los devastadores efectos de la Dana, a más de 8.500 kilómetros de distancia hasta ocho alicantinos están viviendo en primera línea las consecuencias de otro catastrófico temporal. El huracán Chido arrasó el pasado sábado la isla francesa de Mayotte, donde se estima que hay una bolsa de residentes españoles de entre setenta y ochenta personas, que ahora se han quedado atrapados sin poder volver a sus casas. El Consulado de España en París ha iniciado los trámites para contactar con los 45 españoles que figuran inscritos en el Registro de Matrícula Consular del territorio francés de Mayotte. No hay cifras oficiales de fallecidos, pero se estima que hay varios centenares de víctimas.
Sin luz, ni agua y con la comida empezando a escasear y riesgo de infecciones. Este es el devastador panorama que la alicantina Candela Cortés, de 30 años, traslada desde Mamoudzou, la capital de la isla. Cortés viajó desde El Campello a la isla el pasado mes de julio donde este curso estaba trabajando como profesora de castellano contratada por el gobierno francés. El archipiélago pertenece a Francia y se encuentra junto a Madagascar. Este miércoles tenía previsto volar a Alicante para pasar con su familia las vacaciones de Navidad. El devastador ciclón ha obligado a cerrar el único aeropuerto de la isla, que se está usando solo por el ejército y para coordinar la ayuda humanitaria.
Familiares y amigos han empezado a movilizarse en las redes sociales para conseguir el regreso a casa de los españoles atrapados en la zona arrasada, poniéndose en contacto con embajadas, consulados, departamento de Educación francés, el Ministerio de Asuntos Exteriores español… «Parece como si se pasaran la pelota. Los franceses parecen más centrados en su población nacional, mientras que el gobierno español nos dice que estas personas estaban trabajando para el francés», relata a este diario, Lucía Cortés, hermana de la alicantina atrapada en la isla. Junto a ella se encuentra otra amiga, Nuria García, vecina de Sant Joan que había ido allí a trabajar como fisioterapeuta. Otra tercera joven, Celia Pascual cogió el vuelo de vuelta a casa antes de que se desencadenara todo. Desde Alicante está colaborando en identificar a los españoles en la isla y ayudando para volver a casa.
Sin servicios básicos
Para hablar con sus familiares, Candela y Lucía tratan de economizar al máximo la batería del móvil, con unas comunicaciones que fallan continuamente. «La situación actualmente es la siguiente: No hay ni agua ni luz. La previsión de que vuelvan los servicios es de mínimo un mes», relatan.
Chabolas arrasadas en la isla de Mayotte tras el huracán del pasado fin de semana. / Efe
A medida que van pasando los días, la situación se vuelve cada vez más desesperada y peligrosa. Por las noches está declarado el toque de queda, aunque a las seis de la tarde ya ha oscurecido y apenas se ve nada. Según el relato de las dos jóvenes, «al no haber electricidad, no funcionan los cajeros automáticos para sacar dinero. Y solo se puede pagar en los supermercados con efectivo. A nosotras apenas nos queda dinero efectivo». En este sentido explicaron que «a las 18h es completamente de noche, no hay nada de luz en los barrios y se crea una sensación de inseguridad mayor».
La comida ya empieza a escasear y en algunas zonas ya han empezado los saqueos. «En el momento que la gente no tenga qué comer, se va a añadir que la situación de violencia de la isla se agrave mucho», dijo. «El suministro de agua embotellada es muy limitado. Puesto que todo el mundo quiere comprar agua y las reservas de lo que quedaba en la isla son escasas», aseguran, a lo que añaden que la red de agua potable «es inexistente».
El día del huracán fueron evacuadas a la zona norte de la isla, pero pasado el temporal regresaron a su ciudad que, según los familiares, dentro del panorama es de los lugares que mejor están. Aunque el panorama que las dos jóvenes describen es también desolador: «La zona donde vivimos está devastada. Las personas de aquí viven la mayoría en Bangas, que son una chabolas fabricadas con chapa, con el ciclón han salido volando por lo que la gente no tiene donde vivir ahora mismo».
Riesgo de infecciones
La falta de agua ha agravado las condiciones higiénicas y sanitarias. Según cuentan, la acumulación de basura «es cada vez mayor y huele peor cada día. Esto va a hacer que se convierta en un hervidero de infecciones». Los colegios se han habilitado para acoger a personas refugiadas. «Hemos estado en varios colegios donde se han acogido a familias pero no hay nada de organización, simplemente las puertas están abiertas y la gente puede entrar a refugiarse allí, obviamente sin agua ni electricidad», añadieron.
Al igual que con la Dana, también hay una cierta sensación de abandono que resumen de la siguiente manera: «Tercer día después del ciclón que ha devastado todo, la presencia policial y del ejército es inexistente. Estarán en algún sitio pero no sabemos dónde y hemos andando por la capital». «En nuestra misma situación hay entre 70-80 españoles, hay una lista que se ha enviado al consulado. Muchos de ellos con niños pequeños. Se prevé que la situación se agrave mucho si no hay ayuda real por parte principalmente de Francia.