La web del yacimiento lo presenta como una película de romanos. Esta es la sinopsis: «El único mosaico del mundo donde los personajes hablan entre sí. Una residencia en el campo como símbolo de poder y riqueza de unos pocos. Historias de dioses que se sienten como seres humanos. Un cementerio para tres religiones. Bienvenidos…».
Hay poco más que añadir y no poco se ha escrito ya sobre este lugar, pero podemos entrar en detalles para conocer uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la provincia. Este pueblo de Córdoba es la puerta de entrada a un viaje exclusivo al pasado. En su término conserva los restos de una importante villa romana y se han hallado joyas arqueológicas sin igual en el mundo.
A tres kilómetros del pueblo
La primera mención documentada de esta villa data de 1263. Figura en un escrito de Alfonso X el Sabio. Siglos después, en 1742, un erudito local en correspondencia con un coleccionista ilustrado cordobés comenta: «A tres cuartas de legua largas está la Fuente del Álamo (…). Se descubrió una cañería de plomo que se siguió por algún lecho (…), han hallado monedas de plata«. Esas tres cuartas de legua son los tres kilómetros que separan el asentamiento romano de Puente Genil.
Restos de Fuente Álamo, en una imagen de archivo. / EFE
Aquel lugar que suscitaba el interés de unos pocos por entonces ha sido escenario de múltiples y sucesivas exploraciones desde el siglo XIX. Pocos sabían, antiguamente, que se convertiría en uno de los yacimientos más importantes de España. Sin embargo, a finales del XIX, un grupo de eruditos se preocupa por los restos y hace constar que la gente conoce que en esas tierras afloran con asiduidad tesoros.
Secretos y tesoros
“Se sabía que en Fuente Álamo era frecuente el hallazgo de esos ricos y artísticos pavimentos. Los trabajadores del campo, cuando allí labraban, los cazadores que registraban la tierra en busca de piezas que cobrar, los viajeros que cruzaban el camino que de Aguilar conduce a Puente-Jenil, los pastores que oteaban por aquellos sitios, y aún los habitantes de aquellos caseríos, que iban por agua a la renombrada fuente de que toma nombre el pago, solían encontrar y mostraban luego a los curiosos las cortadas piedrezuelas de color que habían arrancado de algún trozo de mosaico», narra una crónica del grupo de eruditos que conformaron Antonio Aguilar y Lazo, y los hermanos Agustín y Manuel Pérez de Siles.

Gráfico de los restos de Fuente Álamo. / Fuente Álamo
Era frecuente que la labranza o la acción del agua sacara a la luz parte de la villa romana de Fuente Álamo. El expolio clandestino y los daños que producían los elementos obligaron a tomar partido a la Administración: en 1982 se practicó la primera excavación controlada. Entonces, a medida que las catas iban avanzando, fueron descubriéndose cada vez más tesoros arqueológicos y secretos de un valioso yacimiento.
De la villa se han identificado restos de cuatro fases de la historia. Las edificaciones más antiguas se corresponden con unas termas construidas entre los siglos I y III d.C. El establecimiento residencial se produciría entre el IV y el V d.C. Del siglo IV al VII d.C. experimentó un proceso de transformación que coincidió con la caída del imperio en Occidente. Finalmente, entre el VIII y el XIII d.C. sufriría una islamización hasta la Reconquista.

Trabajos arqueológicos en Fuente Álamo, en una imagen de archivo. / Fuente Álamo
Unos mosaicos únicos
El legado patrimonial hallado en la villa romana es excepcional, pero, sin duda, lo que resalta sobre todo lo demás son los mosaicos. En las distintas dependencias afloraron obras con distintos motivos. Las Tres Gracias muestra al trío de diosas bailando, a Pegaso y a un sátiro persiguiendo a una ninfa en tres escenas diferentes. El Triunfo de Baco representa la conquista de la India por parte del dios del vino.

‘Las Tres Gracias’, un mosaico hallado en la villa de Fuente Álamo. / EFE/Salas
Uno de los más destacados es un mosaico nilótico que supone parte de una representación teatral o de una novela ilustrada con tintes cómicos y cuenta una historia sobre la migración de las grullas y los pigmeos del Nilo. Estos pelean contra los pájaros para evitar que arrasen sus cosechas, como muestran las figuras hechas de piedrecitas y los textos en latín.

El mosaico nilótico de Fuente Álamo, que muestra a los pigmeos peleando contra grullas. / Ayuntamiento de Puente Genil
La calidad y la cantidad de estas creaciones habla de la importancia de la villa y del status social de quienes habitaban en aquel rincón de la provincia de Córdoba. Se trata de uno de los conjuntos figurativos y geométricos más importantes del país. Pero, aunque el arte robe la mayor parte de la atención, las excavaciones acometidas a lo largo de las décadas han sacado a la luz, también, restos de una gran sala de recepción, de dos vestidores, de una gran sala de rezos, de zonas de habitación, de termas privadas y de un cementerio. Todos estos descubrimientos componen la trama del que es un exclusivo viaje al pasado.