La sala Constitucional del Congreso, una de las más nobles de la Cámara Baja, está presidida por siete retratos. Son siete hombres, los llamados padres de la Constitución. Desde este jueves, víspera del 46 aniversario de la Carta Magna, en frente de aquellos siete hombres hay una placa con 27 nombres, los de las 27 diputadas y senadoras que formaron parte de la legislatura constituyente y que lucharon para traer a España la democracia y la igualdad entre hombres y mujeres. «Las mujeres, que éramos claramente de segunda importancia, hicimos muchas más cosas importantes de las que entonces creíamos», ha recordado Carlota Bustelo, exdiputada de aquella legislatura, en un acto celebrado en el Congreso para reconocer la maternidad de la Constitución de 1978.
Aquellas mujeres fueron 27 -21 diputadas y cuatro senadoras- y tuvieron que hacerse oír entre los 637 hombres con los que compartieron bancada. María Izquierdo Rojo, también diputada en aquel entonces, ha asegurado que su presencia en aquellas Cortes Generales tenía un «significado histórico» en aquel «panorama completamente masculino» propio del final de la dictadura franquista. «Eso rompía el tabú de que las mujeres no servíamos y no estábamos en el mundo de la política», ha insistido. Y muchas de sus compañeras piensan igualdad. «No se podían tantas cosas… Era una desesperación», ha rememorado María Teresa Revilla, la única mujer que formó parte de la Comisión Constitucional.
Placa en memoria de las parlamentarias de la Legislatura Constituyente en la Sala Constitucional del Congreso / EUROPA PRESS
«La Transición se hizo sin partituras, la democracia era un anhelo y las sendas que se vislumbraban estaban llenas de incertidumbre y de riesgo. Adentrarse en ellas tenía hasta ciertos visos de aventura», ha admitido, con nostalgia, Izquierdo Rojo. Aun así, Dolores Calvet ha apuntado que contaban con una «ventaja«: «Teníamos un objetivo en común, la democracia y las reivindicaciones de las mujeres. Este era un hilo conductor que nos unía a todas y no teníamos contradicciones en este terreno». Las cinco exparlamentarias han coincidido. Aquello era lo fundamental.
El éxito y el reconocimiento
El resultado de aquel éxito fue el artículo 14 de la Constitución: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». «Cuando yo firmé la Constitución sentí que entonces sí que había llegado al final de un sueño porque había conseguido lo que me había propuesto el día que entré en política: convertir a España en una democracia y cambiar la condición jurídica de la mujer», ha dicho Belén Landáburu, una de las dos senadoras elegidas por designación real de 40.
Pero no todo ha sido recordar aquellos momentos. Calvet ha lanzado un aviso ante los tiempos que corren: «Aquellas reivindicaciones y aquellos derechos que conseguimos no son inamovibles, no es verdad que no puedan volver atrás. […] A mí y a mucha gente nos preocupan ciertos colectivos que, seguramente no están aquí representados, intentan volver atrás estas reivindicaciones. Debemos luchar contra ellos, debemos reivindicar esto otra vez. Aunque tenemos una edad, estamos dispuestas a luchar». En la sala no había ningún representante de Vox, ya que han decidido no participar en este homenaje a las mujeres constituyentes.
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, ha reconocido que gracias a aquella lucha hay muchas mujeres que «han podido ser» y ha apostado por seguir luchando en este sentido: «Ni dimos las gracias en su momento ni debemos pedir permiso hoy para seguir avanzado, construyendo un mundo donde ser mujer no sea un factor de riesgo para sentir discriminación»:
El clima de consenso
También ha habido una reivindicación del clima de «diálogo, consenso, lealtad institucional, lealtad a la democracia, lealtad a darle resultados al pueblo español» que impregnó aquella legislatura frente a las «agresiones y la violencia verbal» que llenan los debates actuales. «Quienes trabajan destructivamente, con tanta polarización, no se enmarcan en el espacio constitucional ni en las reglas marcadas. Los preceptos constitucionales son espacios de encuentro, de consenso, costó mucho trabajo diseñarlos como ámbitos comunes, pensados en qué lugar podemos coincidir todos. […] Debemos de recuperar aquella forma de hacer política, aquella salud democrática, la lealtad a la democracia, al entendimiento entre nosotros», ha sentenciado Izquierdo Rojo.
Aquel clima de la Transición lo plasmó Juan Genovés en 1976 en El abrazo. Ahora, este cuadro cuelga en un lateral de la sala Constitucional. Justo entre los retratos de los siete padres y los nombres de las 27 madres de la Constitución.
