La condena por agresión sexual a Conor McGregor sigue dejando titulares escabrosos que ahondan en las sombras del que para muchos es el mejor luchador de las historia de la UFC y las MMA mundiales, sin duda el más mediático y el que elevó el estatus de la disciplina dentro del panorama deportivo. A medida que van surgiendo nuevos detalles del caso ganado por la demandante Nikita Hand, que recibirá 250.000 euros en concepto de compensación por daños y perjuicios, más dañada queda la reputación del mito irlandés, que ve como se fugan sus patrocinadores y como se aleja más y más su esperado retorno al octágono.

Dos testigos clave en el juicio detallaron de forma horripilante las consecuencias de la «violación y maltrato» que llevaron a la víctima a denunciar a McGregor. El primer y último testigo en comparecer ante el jurado que condenó al luchador hizo referencia a un tampón clave para determinar la culpabilidad del luchador. 

Dicho tampón, empotrado «como una cuña» en el fondo de la vagina de la víctima según el doctor Daniel Kane, especialista de la unidad de tratamiento de víctimas de violencia sexual del hospital Rotunda de Dublín, la capital de Irlanda. El tampón tuvo que ser retirado mediante el uso de un fórceps. Este médico detalló que las lesiones en la víctima era entre «moderadas y severas», con un posible desgarro en la pared interna de la vagina y una «variedad» de lesiones que incluía moratones en sus cuatro extremidades.

La paramédico encargado de llevar a Hand al hospital aseguró que no había visto un nivel tan alto de magulladuras en mucho tiempo. El último doctor en comparecer al estrado indicó que «era peculiar» el hecho de que alguien hubiese tenido sexo consentido con un tampón colocado, aunque reconoció que se había encontrado con casos aislados por desconocimiento de las consecuencias.

A medida que se desarrolló el juicio, y especialmente durante el interrogatorio de la acusación, McGregor se puso chulesco y pareció llegar a presumir de sus actos. En un momento llegó a pedir que pusieran sobre la palestra todas las pruebas, pidiendo la declaración de un taxista que apuntó en las pesquisas que la mujer le «estaba chupando la p*** polla en la parte trasera del vehículo». Así lo dijo el luchador en pleno juicio, para sorpresa del estrado.

El tono agresivo y despectivo de McGregor al relatar su «sexo consentido, vigoroso y enérgico», pero no «duro», tampoco convenció ni mucho menos al jurado encargado de determinar su culpabilidad en el caso.

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