«He visto más muerte en los cuatro meses que llevo aquí que en toda mi vida en Perú». Se lo asegura a El Periódico de España una joven veinteañera de Lima que vive de okupa en un edificio de apartamentos turísticos en un polígono a las afueras de Madrid. Lo llaman Hotel Lola Flores. Porque se encuentra en la calle del mismo nombre y porque cada noche hay jarana. Un gueto incontrolable, repleto de basura, que firma cada mes en las páginas de sucesos. Esta semana hasta en dos ocasiones.

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