‘El Rincón de pang pang’ ha ampliado su horario media hora. Seguro que a Ding Liren le alegrará esta noticia porque era su restaurante favorito en Madrid, a un paso del Palacio de Santoña, en el que se celebró el torneo de Candidatos. La carta sigue siendo la misma, pero los dueños han decidido estirar un poco más la jornada porque el lugar cada vez es más concurrido por la comunidad china. Este sitio se convirtió en el refugio en Madrid del ajedrecista, que llegó insólitamente solo a la competición. Sin entrenadores ni pareja. Sin ayuda estratégica ni emocional. El día de la presentación en el hotel Four Seasons intercambié unas palabras con él y descubrí a un chico atemorizado y esquivo. Ding tenía pánico a contraer el Covid, cosa que terminó ocurriendo al finalizar el torneo, y me contó David Llada, dircom de FIDE, que hasta trajo una olla para cocinar el arroz en su habitación.
Madrid, Astaná, Singapur
Sin embargo, el descubrimiento de aquel restaurante le abrió una ventana que le permitió coger aire. Y gracias a eso, entre otras cosas, remontó el vuelo en el torneo hasta doblegar en la partida de la última jornada a Hikaru Nakamura para arrebatarle la segunda plaza. Posición que no daba derecho a nada, más allá de la honra, porque solo el ganador ganaba plaza para medirse a Magnus Carlsen por el título mundial del tablero. Pero el noruego renunció y el otro finalista del Mundial también salió de Madrid. El ruso Ian Nepómniashchi ganó con superioridad el torneo y Ding se metió a última hora en la pelea por la corona.
Liren lo pasó muy mal en Madrid. Pero aún estando solo y asustado fue capaz de centrarse en el tablero para rehacerse, escalar posiciones y acabar segundo. Algo que ‘celebró’ confinado durante semanas en un hotel de la capital española del que no pudo salir al contraer el Covid. Lo ocurrido después en el Mundial en Astaná es historia. Ding Liren, al que Alexei Shirov, el Da Vinci del ajedrez, me definió como “un ajedrecista diferente”, llevó a Nepo al límite y en una partida rápida jugada a cara de perro demostró ser mejor en el borde la navaja que el ruso. Asesorado por el inimitable Richard Rapport, con el que tejió una singular amistad en Madrid, conforman hoy una pareja difícil de desestabilizar. Dos ajedrecistas con un elevado sentido creativo, incluso estético, lo que hace complicado a sus rivales predecir su juego.
Ding no quiso medirse en la Olimpiada de Budapest al que será su rival en Singapur, el indio Gukesh, porque los chinos lo protegieron pensando en este Mundial. Liren había roto con su pareja cayendo en una depresión. Un bache emocional que le sumió en un periodo tenebroso del que muchos sospechan que aún no ha salido. Sus gestos, sus caras, sus declaraciones mostraban a Ding totalmente superado.
El instinto contra el silicio
Sin embargo, el Liren que ha llegado a Singapur parece más entero. Ha recuperado la sonrisa y, con inteligencia ha cargado el peso del favoritismo al indio Gukesh, de tan solo 18 años. Se trata de un jugador clínico, uno de esos jóvenes genios que convive con los ordenadores y la Inteligencia Artificial con naturalidad en su desarrollo. Un jugador más científico que abandera la pujanza del ajedrez en la India. La creatividad y el instinto de Ding Liren se miden a la eficiencia de un Gukesh más computerizado. El primero es imprevisible y el segundo es infalible. Eso hace que las apuestas den como favorito al indio, aunque es una incógnita cómo soportará Gukesh la presión de estar jugando por la corona mundial.
Se enfrentan las dos naciones más pobladas de la Tierra, China y la India, en un cambio de paradigma que ha borrado del tablero la vieja geopolítica en la que la Unión Soviética y Rusia dominaban con mano de hierro el ajedrez durante décadas. Solo la aparición de Magnus Carlsen, para muchos el mayor talento de la historia junto con Gary Kasparov y Bobby Fischer, ha opacado la ascendencia del Kremlin y la KGB sobre los alfiles y los peones.
Este lunes arranca un Mundial histórico que será el más visto de la historia. Google debe haber visto negocio porque se ha convertido en uno de los patrocinadores. Las apuestas dan como favorito a Gukesh, pero los expertos recelan del victimismo de Ding Liren. Muchos recuerdan al chico que llegó tembloroso a Astaná a disputar la corona mundial que el ajedrez tenía reservada a Nepómniashchi. Los mismos que aún recordamos a aquel joven asustadizo huir camino de ‘El Rincón del pang pang’ buscando perderse en el anonimato de sus compatriotas para resurgir en el tablero y superar la derrota y los siete empates iniciales hasta auparse a la segunda posición.
Gukesh, jugador de enorme templanza, es un admirador de otros deportistas como Rafa Nadal o Max Verstappen por su poderío mental. Eso es precisamente lo que debe mostrar ante un Ding Liren que ha recuperado el brillo de su mirada. Si el indio es hijo del silicio, el chino pertenece a una generación que ha estudiado mucho ajedrez y no se ha apoyado tanto en las máquinas como las nuevas generaciones. Es más instintivo y ha demostrado que sabe manejarse en situaciones límites. Todos miran a Gukesh, pero Carlsen y Nepómniashchi desconfían de Ding.