Lo condenaron a pasar dos décadas entre rejas tras admitir, en el juicio, que había violado a sus dos hijas, menores de edad, en su casa de Murcia en repetidas ocasiones. A una de ellas, desde que cumplió 12 años y hasta que tuvo 15, dos veces por semana, drogándola con sedantes; a la otra, la pequeña, los dos meses de verano de 2017, cuando la niña tenía 11 años

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