En las últimas semanas, el cambio climático se ha posicionado en primera fila de los debates internacionales, particularmente con el G20 y la COP29. Ambas cumbres están trazando los caminos de los actores internacionales hacia los objetivos de desarrollo sostenibles (ODS) de Naciones Unidas (ONU). Uno de los temas centrales en ambas cumbres ha sido la financiación del cumplimiento de dichos objetivos y la transición verde, donde la conclusión del G20 ha sido la manifestación de la necesidad de un nuevo modelo de financiación. El G20 ha presionado a la COP29 para cumplir esta meta: “Un objetivo financiero exitoso nuevo… les interesa a todos los países”.
Los acuerdos del G20
La cumbre ha finalizado con una nueva declaración por parte de sus miembros. Prometen esforzarse por “triplicar la capacidad de energía renovable” y “doblar la media de la tasa anual global de eficiencia energética” para cumplir con el objetivo de 2030. Reafirman los acuerdos de París, la necesidad de acelerar las medidas para desarrollar la transición verde y la urgencia de mantener el calentamiento global a la meta del 1,5 C (en los Acuerdos de París, se estableció que, para 2100, la temperatura global no subirá más del 1,5 C con respecto a la época preindustrial, según BBC).
Pese a ello, la declaración es abstracta; no contiene medidas exactas ni pasos concretos a seguir. La resolución de esta cumbre es, en esencia, pedir a los miembros de la COP29 crear objetivos nuevos y formular un plan de financiación asequible. La falta de soluciones se manifiesta en una declaración del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien hizo un llamamiento a los otros miembros de combatir el cambio climático: “La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar una ruptura irreversible del sistema climático”.
La declaración final de la cumbre remiten a los objetivos ODS de la ONU. A diferencia de su precursor, los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), estos nuevos objetivos abarcan todos los países del mundo y tienen objetivos cuantificables.
A la espera de medidas reales del COP29
El último día de la COP29 llega este viernes y las presiones externas buscan que se llegue a una decisión concluyente sobre las medidas para frenar el cambio climático. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a los líderes de la G20 “instruir a sus ministros y negociadores para llegar a un acuerdo sobre un nuevo acuerdo financiero ambicioso en la COP29”. “Esta conferencia climática no puede fallar”, advirtió.
Un estudio el año pasado encontró que se tiene que abandonar los carburantes fósiles antes de lo previsto; entre 2020 y 2050, el consumo de carbón tendría que caer un 99% (algo problemático para China ya que más del 50% de su energía proviene del carbón), el consumo de aceite tendría que reducirse un 70% y el del gas tendría que bajar 84%, según The Guardian.
Esta necesidad no es ninguna sorpresa, pero la falta de compromiso de países hacia una transición verde dificulta su implementación. China es un ejemplo ya que, inicialmente, se comprometió a tener cero emisiones para 2050, pero recientemente ha aplazado la transición a 2060. El Rastreador de Acción Climática (CAT) destaca que la mayoría de las potencias mundiales tienen un ranking insuficiente en acción climática. Habrá que ver si este viernes se cierran las dos semanas de reuniones con medidas y compromisos significativos que obliguen a su cumplimiento.
El camino de España hacia los ODS
Los ODS son el telón de fondo de todos los acuerdos climáticos actuales; con 193 miembros, todos se subscriben a cumplir los 17 objetivos para 2030.
Cada objetivo está acompañado de una serie de barómetros que miden el progreso de las metas, aunque estos no son concretos. Una de las metas en materia de energía es: “De aquí a 2030, aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas”. Actualmente, la energía renovable representa el 30% del sector de la electricidad, según la ONU. En el caso de España, el consumo de energía renovable es solo el 22% del gasto total de energía, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, se podría considerar un aumento ya que el consumo de energía renovable ha crecido desde 2015 pese a estar por debajo de la media de la ONU.
Otro ejemplo es una meta dentro del objetivo 12 de consumo responsable que busca “reducir considerablemente la generación de desechos”. Otra vez aparece una medida poco precisa y que complica la valorización de su cumplimiento. España usa para esta meta el indicador del porcentaje de residuos reciclados respecto al total de residuos; esto ha incrementado entre 2015 y 2019 (el dato más reciente) de 1,28 kilogramos por habitante por día a 1,3 kilogramos por habitante por día, de acuerdo con el INE. Es un aumento, pero la terminología empleada hace que no sea de por sí “considerable”.
Otras metas tienen estos fallos. Fundamentalmente, los objetivos tienen buenas intenciones y es importante crear medidas para frenar el cambio climático, pero la gran variedad de países a los que se aplican, con sus respectivas situaciones económicas y sociales, además de sus diferentes grados de compromiso, hace que sea complicado llegar a una acción global coherente y eficaz.