Juánfer Rodríguez iba caminando por la zona de Lantero, en San Martín del Rey Aurelio, y la lluvia le pilló a traición. Una vecina del pueblo a la que sólo conocía de vista, Olivia Suárez, le invitó amablemente a guarecerse en su casa y le sirvió un café acompañado de una historia que acabó siendo el germen del libro «Arrieros y Carboneras», una obra realizada en colaboración con Severino Antuña sobre los hombres y mujeres que acarretaron la historia de la minería hasta los años sesenta del siglo pasado. El libro, con 992 páginas elaboradas a base de testimonios de los trabajadores y sus familias, con más de 1.100 fotografías, será presentado mañana en el Teatro de El Entrego, a las siete de la tarde. En el acto tomarán parte Javier Fernández, expresidente del Principado; Salvador Gutiérrez, catedrático y miembro de la Real Academia Española (RAE); José Ramón Martín Ardines, alcalde de San Martín; y Pablo Rodríguez, licenciado en Filología Hispánica.
De aquel encuentro entre Juánfer Rodríguez y Olivia Suárez, ya fallecida, ha pasado casi una década. «Por aquel entonces yo estaba buscando fotografías antiguas relacionadas con la mina y ella me dijo que no tenía, pero empezamos a hablar y su historia me fascinó», explica Rodríguez, que es profesor jubilado. Olivia le habló de sus padres, Rosario y Raimundo. Ella era de la Puente Carbón (Langreo) y él de El Entrego, pero ambos eran arrieros y se conocieron mientras transportaban carbón por los estrechos caminos de montaña del valle del Nalón. «Antes no había carreteras y por eso usaban mulos, caballos o burros, generalmente machos porque son más nobles y más duros. Llevaban el carbón desde las minas y los chamizos hasta las zonas cercanas a las estaciones de tren para cargarlo en vagones y después usarlo en la siderurgia», explica Juánfer Rodríguez. «También se encargaban de repartir los vales de carbón y de llevar madera desde el monte a las minas para los entibadores», añade.
El caso es que los padres de Olivia Suárez tuvieron nueve hijos y la mayoría de ellos heredaron la profesión de sus padres. «La mujer tenía una historia que nos cautivó. Nosotros somos de El Entrego, somos hijos y nietos de mineros, nacimos al lado de la mina y jugamos en las escombreras así que nos animamos a poner en valor un oficio que se ha perdido, pero que forma parte de nuestra identidad», explica el otro autor del libro, Severino Antuña, que también es profesor y da clase en el IES Virgen de Covadonga de El Entrego.
«También quisimos destacar la labor de las carboneras. Ellas eran las que andaban por las escombreras, cerca de las bocaminas, donde separaban los costeros del carbón para después vender el mineral a los propios arrieros o a los vecinos que no tenían vale de carbón», matiza Juánfer Rodríguez. Estas mujeres, armadas con un cesto y su cerciellu (una especie de gancho), «trabajaron mucho para colaborar en las economías de los hogares y para dar de comer a sus familias».
La labor no fue fácil, pero los autores del libro que se presenta mañana en el Teatro de El Entrego lograron recopilar las historias de veintiocho arrieros, diez carboneras, dos guardas jurados y otros dos carreteros, todos ellos de los concejos del valle del Nalón. «Muchas son entrevistas directas con los propios protagonistas, aunque también hay personas que salen en el libro de las que nos han hablado sus familiares porque ya no están entre nosotros. Desde que comenzamos a trabajar en el libro se murieron catorce de los protagonistas, son personas mayores y es ley de vida», explica Juánfer Rodríguez. «Uno de los carreteros que sale es mi abuelo José Rodríguez Méndez, al que todo el mundo conocía como Josepón el carreteru. Vino de Cangas del Narcea a El Entrego, en el año 1918, con dos bueyes y un carro y se dedicaba normalmente a hacer viajes hasta La Felguera con carbón para la industria siderúrgica. Alguna vez también fue hasta Gijón», recalca para destacar las proezas de estos trabajadores.
El libro «Arrieros y Carboneras» está editado con papel de foto y es casi «una enciclopedia» sobre todo lo que tiene que ver con este oficio mineros. «Es para leerlo sentado, pesa como un guaje al nacer, tres kilos y ochocientos gramos. Además de los textos y las fotografías tiene una docena de dibujos a plumilla que son muy bonitos», dice Juánfer Rodríguez. En el prólogo participa además el periodista entreguín Melchor Fernández Díaz, que fue director de LA NUEVA ESPAÑA. «Lo hemos hecho con todo el amor del mundo porque estas historias nos apasionan y son parte de nuestra tradición. Además, el libro nos dio la posibilidad de conocer a fondo a los protagonistas y eso es impagable», subraya Severino Antuña.
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