Mucho se ha debatido esta semana en la Audiencia Provincial de Zaragoza sobre la muerte de Álvaro N. V., el joven de 18 años que la madrugada del 27 de febrero de 2022 fue arrollado por el conductor de un coche -Luigi Anthony V. M.- a la salida de Supernova Club, en Zaragoza. Pero, entre largos e incluso superfluos interrogatorios y demás polémicas, hay algo de lo que no hay duda: la tragedia que envuelve a cualquier deceso en la carretera. Lo ha reconocido con honestidad el mismo abogado del acusado -«es imposible ponernos en vuestro lugar», ha lamentado el penalista zaragozano José Luis Melguizo- y lo han demostrado los familiares y los amigos de la víctima lo largo de la semana. La madre, por ejemplo, no ha sido capaz de despegarse de una foto de su hijo al que este jueves mecía en sus brazos. Su exmarido, el padre de Álvaro, «no ha conseguido reunir la fuerza y el ánimo» para asistir al juicio. Una vida truncada y una familia rota. «Nunca podré tener nietos», se le ha escuchado a la madre.

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