La UD Alzira sigue ganando fuera todo lo que pierda en casa, incluso aunque no haga un buen partido. El triunfo en Lleida deja de ser histórico puesto que ha ganado más veces (3) en el Camp d’Esports que perdido, solo una. El 0-2 ha puesto a los pies de los caballos al técnico blau, el alzireño Marc Garcia, que afirmó que «de 200 partidos, habríamos ganado 199». Y es que los de la Terra Ferma dominaron por completo a la UD Alzira, pero la buena disposición defensiva de los ribereños y una nueva actuación de Leandro impidieron la victoria local.
Adrián Ferrandis optó por la defensa de cuatro ante el portero de Albalat, con Dani Sánchez, Javi Jiménez, Raúl y Céspedes. Kike Fabra volvió a la titularidad junto al joven Sala, que es un fijo en los onces de Ferrandis, flanqueados por Jawed a la derecha y Carretero a la izquierda. Míchel era la unión con la delantera que ocupaba Piera. Los ilerdenses empezaron apretando con diversos disparos, el primero a los 50» pero que no encontraban puerta. No fue hasta el 25 cuando llegó la primera y única ocasión del Alzira en la primera mitad con una falta servida desde la banda que Sala cabeceó cerca del poste.
En la segunda parte, aunque de nuevo fue el Lleida el que quería adelantarse para no verse sorprendido como en los últimos partidos y Unai Naranjo marcó pero en fuera de juego, fue el Alzira quien se adelantó para sorpresa y enfado de la parroquia local. A los tres minutos Piera presionó la salida de balón del portero, forzó el fallo y el propio meta, Iñaki Álvarez tumbó a Carretero. Míchel también une la UD Alzira a su historial de goles al transformar el penalti. Incluso un minuto después pudo llegar el 0-2 pero Álvarez desbarató el mano a mano a Piera. Míchel buscó sorprender con un gol olímpico.
Los locales volvieron a tomar el mando y a acechar el marco alzirista por medio de Campins o Adri Gené. Ferrandis pasó a defensa de cinco con Bono por Carretero y Gio por Míchel. Tras el disparo de Jawed, Solbes, Adri, Fran Pérez hicieron emplearse a fondo a defensa y portero. El golpe definitivo llegó en el 94 con el penalti a Marc Abril y la transformación de Piera.
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