La tarde en que Gazzaniga se disfrazó de Superman parando tres penaltis, ¡sí, tres penaltis! en menos de una hora, y en la que Stuani, que apareció en el tiempo añadido, supo ser Stuani. A él no le pasó como a Berenguer, Iñaki Williams o Ander Herrera, que toparon con el gigantesco cuerpo del meta argentino.
‘Gazza’ estuvo heroico; ‘Stu’, lúcido y frío, para dar un triunfo sobre el Athletic que vale una fortuna para el Girona porque no solo le permite frenar la mala racha –llevaba seis partidos sin ganar- sino que le demuestra que está en el buen camino. Con un juego mejorado en la segunda mitad, Míchel se salió con la suya. Y el Girona, también.
Pasada la angustia, transformado ya en un héroe Gazzaniga, Montilivi se lo tomó a broma. Cada falta sobre un jugador del Athletic, fuera donde fuera, a 40 metros, 50 o 60 de su área, recibía el mismo grito colectivo: “¡Penalti, penalti, penalti…!”. Y el equipo, tras una gris primera parte, se levantó en la segunda impulsado por esa prodigiosa actuación del meta argentino.
«Nunca me había pasado algo así, como portero siempre piensas que lo vas a parar. Pero estudiamos los penales con el entrenador de porteros y se dio bien», ha dicho Gazza. Míchel ni tocó casi el equipo hasta el último suspiro, contento de lo que veía en esa fase de un enloquecido partido donde el árbitro del VAR (Del Cerro Grande) tuvo mucho más poder de decisión que Pulido Santana, el colegiado que estaba en el césped. Y el público, que llenó el estadio abandonando la triste imagen de la Champions, terminó pidiendo a gritos la entrada de Stuani para desbloquear ese empate que iluminaba el marcador desde el final de la primera mitad.
«Nunca me había pasado algo así, como portero siempre piensas que lo vas a parar. Pero estudiamos los penales con el entrenador de porteros y se dio bien»
Apareció el delantero uruguayo, ya en el tiempo añadido, para dejar su cabeza de oro, frustrada con un paradón de Padilla, el otro héroe de la tarde. Ya había firmado una parada descomunal al soberbio cabezazo de Yangel Herrera, que hizo volar al tercer portero del Athletic. Pero el meta mexicano no pudo parar el cuarto penalti, primero para el Girona de una tarde increíble. Lanzó Stuani, tocó Padilla, pero el balón, ya casi en el minuto 100, tocó finalmente la red.
El partido había empezado con calma, al menos en los primeros 18 minutos. Hasta que Gazzaniga, con otro pase suicida a Iván Martín, desencadenó la primera gran ocasión del Athletic. Un balón del meta hacia el interior acabó en un pase impreciso de este que se convirtió en una asistencia para el disparo de Belenguer, que se marchó rozando el palo izquierda de la meta del Girona. De nuevo, castigado en sus propios errores y tuvo suerte, eso sí, de que no le condenó con un gol en contra, tal y como ocurrió ante el Feyenoord.
Montilivi, a rebosar
Montilivi, que recuperó su viejo aspecto, con gradas supletorias y nada mutilado como en la Champions, estaba lleno a rebosar de aficionados, se echó las manos a la cabeza. Asustado como está el aficionado del Girona cada vez que el balón merodea el área de Gazzaniga. Y, de inmediato, la mirada se dirigió hacia Pau López, el meta suplente.
Por ahora, Míchel mantiene su confianza en el portero argentino, quien, a la siguiente jugada de ese error compartido con Iván Martín, se quitó la pelota de su cercanía con un patadón, prólogo del mejor partido de su vida-
El buen inicio del Girona, pero sin remate alguno, dejó paso a la intranquilidad. Solo bastaba ver a Míchel irritado con sus jugadores hasta que Arnau dejó su pierna para que Berenguer topara con ella y, previa revisión del VAR, se decretara penalto. Pena máxima para minar a un equipo con la autoestima por los suelos, aunque después reaccionó con grandeza.
Pero Gazzaniga, nervioso con los pies, estuvo ágil con las manos y, sobre todo, milagroso en el lanzamiento de los penaltis del Athletic. Paró su segundo penalti en apenas tres días. Luego acabaron siendo cuatro. Y ambos en la misma portería. Primero, a Ueda (Feyenoord); luego a Berenguer (Athletic). En la otra fue a Iñaki Williams y Ander Herrera (Athletic).
Y Míchel, tan enfadado estaba con Danjuma, ordenó (m. 35) calentar a Bryan Gil. Justo un par de minutos más tarde, el exdelantero del Villarreal soltó un zurdazo –la primera ocasión del Girona-, escupido por el cuerpo de Padilla, el meta del conjunto vasco. Era cuando mejor andaba jugando el Athletic hasta que en una larga jugada de ataque, iniciada por la banda izquierda y concluída en la derecha, acabó siendo el primer gol de Asprilla, el fichaje más caro del club catalán.
Inteligente fue su centro, pero más aún el gesto de Miguel que dejó pasar astutamente el balón sin tocarlo. Así llegó el 1-0. Lo que debía ser una asistencia se transformó, finalmente, en un gol que tenía un enorme valor. Pero un minuto después empató el conjunto vasco gracias a una desconexión defensiva, que permitió a Sancet firmar el 1-1. Marcó, se lesionó y tuvo que pedir el cambio el fino volante vasco.
El ‘parapenaltis’
No aprende el Girona. Contra el Feyenoord le ocurrió lo mismo. En la Champions le duró cuatro minutos la ventaja inicial; en la Liga, ni uno. Nada comparable con lo que sucedió en el inicio de la segunda mitad cuando el Athletic descubrió algo realmente asombroso.
Lo primero es que Gazzaniga le paró dos penaltis en dos minutos. O sea detuvo tres penas máximas en menos de una hora y a tres lanzadores distintos: Berenguer (m. 28), Iñaki Williams (m. 57) y Ander Herrera (m. 58).
Nadie pudo batir desde los 11 metros al portero del Girona, que completó una actuación heroica, que trascenderá con el paso del tiempo. Todos recordarán en Montilivi aquella tarde en que ‘Gazza’ se disfrazó de Superman, culminada con el penalti que sí marcó Stuani. Se lo debía el capitán a su portero.