A Mario Obrero (Madrid, 2003), autor que va camino de sumar casi tantos galardones como abriles cumplidos (Loewe de Poesía a la Creación Joven 2020; Premio Nacional de Juventud 2023), le felicitan a pie de calle quienes le han escuchado en Santiago en el X Encuentro Cultura y Ciudadanía, como el músico compostelano Rafa Anido o el gerente del Instituto de Estudos Galegos Padre Sarmiento, Pablo Eugenio Vázquez Leal. Durante ese foro sellado ayer tras tres días de debate, cita anual del Ministerio de Cultura celebrada por primera vez en Galicia, Mario Obrero, autor de libros como Tiempos Mágicos (La Bella Varsovia), lanzado este año porl Anagrama, charla con EL CORREO GALLEGO en el hotel Costa Vella junto a dos cafés con leche (3,60 €), asombrado de que en la mesa vecina hablen de “Vicks vaporub” y del verdor del jardín donde dialogamos: “Felicidades por tener ésta maravilla”, le dice espontáneo a la persona que nos atiende.
La cultura, de 2015 a 2024
Intervino en el debate sobre los cambios del mapa sociocultural entre 2015 y 2024, ¿qué aprecia?
Hay un panorama político que abrió y cerró un ciclo en esa década y se tiene la sensación de que hay una especie de pavesas que quedan de los ayuntamientos del cambio, de las políticas culturales intermediadas por la ciudadanía, también a nivel de gestión y de agentes culturales más allá de personas consumidoras o que acuden un día al hecho cultural y luego marchan… Esos diez años son media vida mía, y es un síntoma de salud que este X Encuentro contase con gente que no estuvimos hace diez años para que así, como jóvenes, también formemos parte de esa discusión sobre el desplazamiento y el alejamiento de las nuevas generaciones del hecho cultural, para mirar hacia el futuro usando una expresión de Manolo Rivas, de cuando va a un naufragio en Camariñas, le pregunta a un marinero si tiene esperanza de que aparezcan sus compañeros, y él le responde: ‘Temos esperanza pero máis ben negativa’ . Y en este primer diagnóstico de las jornadas, tenemos una esperanza negativa, que no tiene que ver con la ingenuidad, que sabe de las violencias por las que pasa el sector cultural desde la gestión política, desde la entrada de la extrema derecha en muchas de las consejerías y órganos de gestión pública de la cultura, pero, pese a todo, hay esperanza.
Mujeres como ejemplo
¿Cree que la poesía sigue siendo ese lugar que, por minoritario, es el más libre del mundo de las letras?
Primero, me parece muy complejo el término minoritario. Por ejemplo, Alana S. Portero, en una presentación de La mala costumbre, decía algo que me dio mucha luz y esperanza. Decía: ‘Minoritario es el barrio de Salamanca, en Madrid o el IBEX 35”. Y yo no estoy seguro de que la poesía sea más minoría, por ejemplo, que las clases oligárquicas o que los multimillonarios de este país. Entonces, las minorías a veces, son más paradójicas y complejas de lo que parece, habiendo además casos maravillosos, como el de Galicia, que es un país hecho a la poesía en su hecho cultural. No podría considerar lo poético minoritario en el contexto gallego, teniendo una Olga Novo, una Pilar Pallarés o, recientemente, una Chus Pato, ejemplo de conexión entre las poetas y la sociedad que, si no es de masas, sí es seguida por muchas generaciones y muchos ambientes distintos.
¿Y la poesía ante la era digital?
No consumo poesía en las redes sociales, pero bienvenidas sean todas las formas de acercar el discurso poético, sean más o menos superficiales, calen más o menos.
Presentó ‘Un país para leerlo’ (La 2), ¿Qué destaca de esa etapa?
El principal hito fue hacer algo que, hasta entonces, la televisión pública estatal no había hecho, y que al Congreso llegó un año después, que es hablar con Uxue Alberdi en euskera, con Xuan Bello en asturiano o con Berta Dávila en galego. Y eso es algo que costó mucho de entender dentro de TVE y era un motivo constante de discusión por no estar acostumbrados a corresponder a una realidad del Estado español, la realidad plurilingüe. El 25% de los libros que se publican en España no salen en castellano, salen en otras lenguajes cooficiales o propias…. Además, Un país para leerlo demostró y demuestra que se puede hablar con trisílabos y en profundidad… y el servicio público se debe creer eso.
Galicia y el Che Guevara
¿De dónde parte su estrecho vínculo con Galicia?
Mi padre trabajó un año en A Coruña y estuve en Oleiros, frente a la rotonda del Che Guevara, y desde aquella, aprendí galego y ahora sigo desde la traducción… Ahora estoy con varios proyectos de traducción, dos del catalán al castellano y uno del galego al castellano, un libro de poemas que saldrá en 2025, y que es un modo de estar apegado a Galicia, un territorio que he transitado desde pequeño. Además, para febrero, hay un libro en el horizonte, un ensayo sobre la diversidad lingüística en el Estado español y la experiencia que puede tener alguien de Getafe, como en mi caso, con el galego, el catalán, el euskera, el asturiano o el aragonés, con toda la diversidad lingüística que hay en España… Todo aquello que parece que nos queda lejos a los monolingües y a los madrileños es también parte de nuestra identidad. La cultura consiste, precisamente, en acercarse a la otredad.