1. A la caza de micrófonos y cámaras ocultos
  2. Repite la misma empresa
  3. Departamento de Seguridad de Presidencia
  4. Micros ocultos en el despacho del rey
  5. Inspecciones en las Fuerzas Armadas
  6. La Policía blinda cumbres internacionales
  7. Espionaje entre empresas
Pedro Sánchez participa en un Consejo Europeo por videoconferencia (Foto: Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa).

¿Hay micrófonos espía en el Palacio de la Moncloa? ¿Alguien escucha de forma subrepticia al presidente, a los ministros o a otros altos cargos del Gobierno?

Para asegurarse de que no se da esa situación, y si se da, neutralizarla, el Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno va a incorporar lo que se denomina “equipos de contramedidas”, y en siglas en inglés, TSCM, por “Technical Surveillance Counter-Measures” o contramedidas de vigilancia técnica.

La inversión corre a cargo del Ministerio del Interior, que es quien ha gestionado la licitación pública. Se ha adjudicado el contrato por 60.487,66 euros.

Interior precisa el objetivo concreto de estos equipos de contramedidas: servirán para “realizar labores de búsqueda de dispositivos de escucha TSCM, para el Departamento de Seguridad de la Presidencia del Gobierno”.

Los documentos de la licitación pública consultados por Confidencial Digital no aportan detalles sobre los equipos que se van a adquirir, las características, capacidades y funciones concretas de esta tecnología.

Sólo se apunta ese dato de que deben detectar “dispositivos de escucha”, es decir, señala concretamente que se usarán para comprobar si en los espacios del Complejo de La Moncloa, o en otros lugares donde se encuentre el presidente del Gobierno, se han instalado micrófonos espía.

También parece indicarse que el contrato no sólo implica el suministro de los aparatos, sino que abarca además la formación necesaria para que los sepan utilizar los funcionarios que asumirán su manejo.

A la caza de micrófonos y cámaras ocultos

Ciertos organismos de la administración especialmente sensibles por la información que manejan tratan en ocasiones de comprobar que no son objeto de espionaje a través de medios técnicos: micrófonos y cámaras de vídeo ocultos en salas, despachos o incluso coches, y sistemas que pueden servir para pinchar teléfonos y captar las conversaciones.

Para llevar a cabo esas tareas de contraespionaje, existen equipos tecnológicos para inspeccionar una habitación o cualquier otro lugar.

Con esos aparatos se realizan barridos, que se basan en distintas tecnologías. En unos casos, detectan la presencia de circuitos semiconductores, por lo pueden revelar un dispositivo electrónico oculto; en otros casos, analizan el espectro de frecuencias para intentar encontrar las señales que emitiría, por ejemplo, un micrófono oculto para transmitir el sonido captado hasta una estación receptora manejada por los responsables de la operación de espionaje.

También existen sistemas que emiten unos rayos infrarrojos que revelan la ubicación de cámaras ocultas.

Parece obvio el interés que cualquier servicio de inteligencia podría tener en escuchar conversaciones de Pedro Sánchez, de los ministros y de altos cargos de Presidencia.

En el Palacio de La Moncloa, Sánchez recibe a mandatarios extranjeros: por ejemplo, hace unos días al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.

También se celebran las reuniones del Consejo de Ministros, cuyas deliberaciones son secretas, según la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, y de otros órganos tan sensibles como el Consejo de Seguridad Nacional y sus comités especializados, de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia

Lo que se hable en cualquier de esas reuniones, así como durante la actividad diaria de Pedro Sánchez con sus colaboradores, sería de interés para cualquier servicios de inteligencia extranjero.

No hay que perder de vista que Pedro Sánchez fue objetivo de una operación de espionaje: la que consiguió infectar su teléfono móvil con el programa Pegasus, para extraer información, así como también a otros ministros como los de Defensa e Interior.

Repite la misma empresa

De acuerdo con las especificaciones del contrato gestionado por el Ministerio del Interior, Presidencia del Gobierno parece especialmente interesada en incorporar equipos capaces de detectar la presencia de dispositivos de escucha ocultos.

Los ha adquirido a una empresa con sede en Madrid, General Comunicaciones y Seguridad (Gecomse), que en su web se presenta como “empresa líder en el mercado de servicios de contramedidas electrónicas TSCM y barridos electrónicos, con más de 30 años de experiencia”.

Presume de que “los servicios de contramedidas electrónicas de GECOMSE tienen como objetivo la detección y localización de dispositivos de escucha de audio, video o balizas de seguimiento, entre otros vectores que son realizados vulnerando la capa física de seguridad de las organizaciones. Los procedimientos de trabajo de GECOMSE para sus servicios TSCM están debidamente protocolizados para que los Directores de Seguridad, CISO y empresas de servicios de seguridad puedan disponer de nuestra asistencia con las máximas garantías de confidencialidad por parte de su equipo interno de profesionales del sector con sobrada experiencia”.

Utiliza equipos de Research Electronics (REI), “reconocida como el fabricante más puntero en la actualidad de equipamiento de contramedidas electrónicas”.

También en su página web explica Gecomse que un barrido electrónico puede ser realizado en lugares tan variopintos como despachos y salas de reuniones, domicilios particulares, vivienda de lujo y resorts, show rooms y salas de exposición, laboratorios de investigación, vehículos de alta gama y transporte, veleros, yates y jets privados, business centers y hoteles…

Interior ha confiado en Gecomse, igual que hace dos años. Entonces, según contó El Independiente, invirtió un presupuesto mayor -236.633 euros- en la adquisición de equipos de contramedidas de vigilancia técnica para el Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno.

El ministerio no convocó un concurso, sino que tramitó esta licitación tan sensible por el procedimiento negociado sin publicidad.

Departamento de Seguridad de Presidencia

El manejo de los aparatos para buscar micrófonos y otros dispositivos de espionaje recae en el Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno.

A este departamento le corresponde la protección del personal, edificios e instalaciones del Complejo de la Moncloa, así como las funciones y actuaciones necesarias para garantizar la seguridad integral del presidente del Gobierno en todas sus actividades y la de otras personas e instalaciones que determine el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, en coordinación con el Ministerio del Interior.

Del departamento dependen dos unidades: la Unidad de Seguridad y la Unidad Operativa.

Está formado por personal de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, es decir, por policías nacionales y guardias civiles. El Ministerio del Interior asigna el personal y proporciona la infraestructura y medios precisos para el desarrollo de su función.

Al frente del Departamento de Seguridad de la Presidencia del Gobierno se encuentra desde 2018 -a los pocos meses de llegar Sánchez a La Moncloa- la comisaria principal de la Policía Nacional María Marcos Salvador.

Micros ocultos en el despacho del rey

Puede parecer imposible que alguien, por ejemplo agentes de un servicio de inteligencia extranjero, logren colocar un micrófono espía en el Complejo de La Moncloa, en algún lugar donde capte conversaciones de interés.

Pero lo cierto es que se han detectado micrófonos ocultos hasta en el Palacio de la Zarzuela, en la etapa de Juan Carlos I.

El periodista Manuel Cerdán publicó en OKDiario, en 2017, que en 1992 se realizó una inspección en el despacho del rey Juan Carlos en la que se encontraron micrófonos ocultos: incrustados en la pared, escondidos bajo la moqueta…

Otro periodista, Fernando Rueda, contó en The Objective que el secretario del rey, Manuel Bretón, sospechó que alguien escuchaba sus conversaciones. En un barrido se encontró un micrófono instalado en el enchufe del ordenador.

Inspecciones en las Fuerzas Armadas

Estos equipos de contramedidas de vigilancia técnica, o TSCM, no sólo los ha incorporado el Departamento de Seguridad de la Presidencia del Gobierno.

En el ámbito militar, cuentan con ellos los servicios y unidades con funciones de contrainteligencia y seguridad interna. El Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), dependiente del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), incorporó en 2022 una variedad amplia de sistemas para detectar micrófonos, cámaras y otros dispositivos espía en salas y en sistemas de comunicaciones.

Hasta entonces, el Estado Mayor de la Defensa echaba mano de la ayuda de los órganos de seguridad interna del Ejército de Tierra (Sección de Inteligencia y Seguridad), la Armada (Sección de Seguridad Naval Central) y el Ejército del Aire (Sección de Contrainteligencia e Información Interna).

Estas secciones de Tierra, Armada y Aire poseen sus propios equipos de contravigilancia, con los que realizan barridos periódicos en busca de tecnología que sirva para espiar en despachos, cuarteles y bases.

La Policía blinda cumbres internacionales

También la Policía Nacional dispone de equipos que “permiten la búsqueda y detección de dispositivos electrónicos instalados de forma subrepticia o contra las personas en entornos en los que se maneja información de carácter sensible o reservado”.

En 2023, la División Económica y Técnica de la Dirección General de la Policía tramitó la compra de una cámara de detección y lectura térmica, destinada a la Comisaría General de Información.

Esta unidad se dedica a perseguir el terrorismo, ahora principalmente yihadista, pero también se ocupa de otras amenazas para el orden y la seguridad pública.

Antes de esa compra, ya disponía de “diversas herramientas para la búsqueda y detección de posibles dispositivos electrónicos instalados de forma subrepticia susceptibles de provocar la obtención no autorizada de la información y su posterior fuga contra la voluntad de sus titulares”.

Se trata de “funciones propias de inteligencia”, que incluyen “la evitación de la obtención por medios no autorizados de aquellos elementos de información de carácter reservado anticipándose a la posible intromisión mediante técnicas preventivas de requisa técnica”.

Pero buscó adquirir una cámara térmica, debido a que “el método más habitual de robo de información consiste en la instalación de dispositivos electrónicos tanto de audio como de geolocalización, los cuales emanan merced a su funcionamiento una cantidad de calor que a simple vista es imposible de detectar”.

La inversión de dinero público se justificó en que la Policía Nacional debía blindar “la reunión y el trabajo de responsables, autoridades y grupos de trabajo al más alto nivel en el ámbito nacional y supranacional en organismos como la OTAN, la Unión Europea y en las cumbres multilaterales internacionales”.

Espionaje entre empresas

El uso de micrófonos espía, y el recurso a detectores capaces de encontrarlos, es habitual en el mundo de los servicios de inteligencia e información y las unidades de contrainteligencia, en organismos y lugares donde se celebran reuniones de alto nivel, y allí donde se maneja información de interés, incluso clasificada.

Pero estos elementos técnicos para captar conversaciones ajenas también están presentes en otros ámbitos.

Hay también casos de espionaje en empresas, y por eso algunas encargan barridos e inspecciones en sus sedes, oficinas, salas de juntas… y en ocasiones salen a la luz dispositivos ocultos de grabación.

Los casos de espionaje “privado” o “parapolicial”, como la agencia catalana de detectives Método 3, las actividades del comisario José Manuel Villarejo… también revelan la utilización de todos estos sistemas de espionaje.

Pedro Sánchez conversa con Mahmoud Abbas, presidente de Palestina, en el Palacio de la Moncloa (Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo).
Pedro Sánchez conversa con Mahmoud Abbas, presidente de Palestina, en el Palacio de la Moncloa (Foto: Pool Moncloa / Fernando Calvo).

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