El año pasado, Chema Basterrechea (Gijón, 1969) cogió nada menos que 144 vuelos. Exigencias de su trabajo como director de Operaciones de Radisson Hotels, grupo con 818 establecimientos activos en todo el mundo. Después de más dos décadas en la cadena española NH, donde también desempeñó puestos de alta responsabilidad (entre otros, fue el máximo ejecutivo para Italia), Basterrechea lleva siete años establecido en Bruselas para Radisson, compañía fundada en 1909 en Minnesota (Estados Unidos) y propiedad desde 2018 del grupo chino Jin Jiang. Aunque lleva la mayor parte de su vida fuera de Asturias e inevitablemente se considera «ciudadano del mundo», el gijonés mantiene sólido su vínculo con la región: «Procuro venir todo lo que puedo y estoy en un grupo de Whatsapp de 15 amigos que nos conocemos desde los ‘parvulitos’ del Colegio Corazón de María». Basterrechea volverá a contactar hoy con sus orígenes al ofrecer una conferencia (a las 18.30 en el Palacio de Exposiciones de Oviedo) en la ceremonia de graduación de 2024 de la Facultad de Economía de la Universidad de Oviedo, donde él se licenció.
–¿Cómo se siente al ser el invitado de honor de la graduación?
–Muy contento. Fui la segunda generación con becas Erasmus de la Universidad de Oviedo; estudié el cuarto año en Dublín. La Facultad tiene un gran prestigio internacional. En mi discurso procuraré alentarles a salir adelante a pesar de las incertidumbres y dificultades del momento. El futuro dependerá principalmente de ellos mismos, de su propio talento.
–¿Les recomienda adquirir experiencia fuera?
–Sin duda. Esto no significa defender su emigración, sino tener experiencias profesionales y personales que les enriquezcan.
–Su primer trabajo fue dirigiendo un hotel en Oviedo.
–Sí, fue en el NH Principado, que por entonces era propiedad de la familia Cosmen. Yo tenía 25 años. Fue un acto de confianza hacia mí: aunque pudiera parecerme un crecimiento muy de golpe, tuve la oportunidad de aportar ideas. Eso al principio me generó cierta inquietud, porque era trabajar con gente que llevaba 20 o 30 años en sus puestos, pero al final todo fue bien y supuso un gran aprendizaje.
–A partir de ahí comienza su trayectoria dentro del grupo.
–Sí, fui abriendo hoteles por todo el mundo. Eso me permitió ser testigo de la expansión de la compañía. Cuando dirigía el hotel Principado, NH tenía una treintena de establecimientos, y ahora son 400.
–¿En qué situación está el sector hotelero?
–Lleva siendo algo difícil desde el covid, ya que después se produjo la crisis inflacionaria y, aunque es cierto que los precios de los hoteles se han elevado, y por lo tanto también los ingresos, ha sido a costa de reducir los márgenes. Porque se suelen publicar los resultados de los hoteles como que han aumentado mucho, que están en cifras récord… pero eso tiene su matiz. Además, los costes de construcción han paralizado proyectos.
–La gran controversia dentro del sector son los pisos turísticos. ¿Deben prohibirse?
–No soy partidario de prohibir nada en general, tampoco los pisos turísticos, que han existido siempre. Plataformas como Airbnb han servido para aflorarlos y ordenarlos. El problema es que en muchas ocasiones se han utilizado para la especulación inmobiliaria. Yo soy partidario de la competencia, pero tiene que hacerse en igualdad de condiciones, ya que los hoteles deben cumplir una serie de obligaciones técnicas y tiene que hacer inversiones en seguridad. Al fin y al cabo existen edificios enteros de apartamentos turísticos que, en la práctica, funcionan como un hotel.
–Radisson tiene ocho hoteles en España y un plan de 20 aperturas en los próximos cinco años. ¿Alguna será en Asturias?
–De momento no, aunque a mí me gustaría. Es cierto que Asturias aún no tiene un mercado turístico internacional tan desarrollado como otras regiones como Canarias y Baleares, donde éste ya ha alcanzado sus cotas máximas y difícilmente pueda crecer más, pero eso precisamente también supone una oportunidad para la región. Las autoridades deben hacer una buena planificación del sector.