Hacía años que la televisión convencional no despertaba una expectación ni remotamente similar a la de esta semana. Las cadenas tradicionales languidecían –y languidecen– refugiadas en la fidelidad de los espectadores de mayor edad, frente al empuje y al interés que generan las continuas novedades de las plataformas de ‘streaming’, pero, desde el lunes, todos los ojos se han vuelto de nuevo hacia una ‘guerra de las ondas’ como las de antes. ¿Podrá David Broncano, nuevo fichaje de Televisión Española, contribuir a resucitar la forma clásiva de ver la tele mientras compite contra Pablo Motos, la única gran estrella que brillaba hasta ahora en el firmamento del ‘access prime time’?

‘La revuelta’, el programa de Broncano en La1, se estrenó el lunes con buenos datos de audiencia, que no han hecho sino consolidarse durante la semana. El martes ya registró un empate virtual con ‘El hormiguero’ de Motos, y el miércoles lo superó con holgura. El jueves el presentador de Antena 3 se rehízo con una entrevista a la estrella del Barça y de la selección Lamine Yamal. Durante toda la semana, ambos espacios han rondado o superado la barrera del 20% de ‘share’, algo difícil de ver en estos días salvo en acontecimientos excepcionales. «Enhorabuena porque nos han dicho que vais como motos», resumió la situación el escritor Juan José Millás, uno de los invitados de Broncano en el programa del miércoles, con un doble sentido que provocó la carcajada del presentador.

Un repaso a los números concretos no deja dudas de que la batalla está abierta y genera interés en la audiencia. El lunes, en el estreno de ‘La revuelta’, Broncano logró el 17,1% de cuota de pantalla, con 2.152.000 espectadores, mientras que Motos, de la mano de su entrevista a Victoria Federica de Marichalar, alcanzó el 23% y congregó a 2.893.000 personas. El martes, ‘La revuelta’ se fue al 17,4% de share y ‘El hormiguero’ bajó al 17,5%; el miércoles ganó Broncano, con un 19,9% contra el 18,2% de su rival. El jueves, Motos recuperó la cabeza con unos números excepcionales: en el programa en el que tuvo como invitado a Lamine Yamal obtuvo un 23,3% de audiencia y más de tres millones de espectadores, su mejor dato en más de un año. ‘La revuelta’ aguantó muy dignamente con su 19,2% de share. En cuanto a la media semanal, Motos se impone con un 20,5% de cuota de pantalla y 2.583.000 espectadores frente al 18,4% y 2.355.000 televidentes de su rival

Adaptación a los cambios

Pero una cosa es que Broncano pueda acabar destronando a su adversario, que con ‘El hormiguero’ lleva años dominando las audiencias de la franja del día que precede al prime time, y otra que tenga opciones de frenar el declive de la tele convencional. «En la era de la economía de la atención, los distintos medios y plataformas buscan a sus públicos, y se van modificando en consecuencia», dice Anna Tous, profesora del Departamento de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona y experta en el análisis televisivo, que subraya que todos los medios, no solo la televisión, están en un proceso de adaptación a los cambios en el consumo. «Por ejemplo, los medios de información ahora se encuentran en las redes sociales, han tenido que hacer un esfuerzo en este sentido, yendo a donde se encuentra la audiencia. La TV convencional realiza las adaptaciones que convenga para no perder audiencia. Y como la competencia es feroz, la situación es realmente compleja», añade Tous.

El problema es que el pastel de las cadenas convencionales es cada vez más pequeño. Según el Estudio General de Medios, un 70% de los españoles ya tenían acceso a la «televisión conectada» a internet al final del año pasado. En los datos de Kantar Media, líder mundial en investigación de medios, se recoge que la audiencia televisiva en el pasado mes de julio en España se repartió entre la tele tradicional (un 83,3%) y las plataformas de streaming (un 16,7%) en unos porcentajes sensiblemente diferentes a los del año pasado. El crecimiento de las plataformas parece imparable: durante el año 2023, según un informe de la misma empresa, la tele de toda la vida alcanzaba el 86,6% y Netflix, Disney+, Prime y compañía se quedaban en el 13,4%. Es decir, la distancia se ha acortado en 6,6 puntos en la última medición.

Política y demografía

La guerra entre La revuelta y El hormiguero ha derramado ríos de tinta por sus presuntas connotaciones políticas. El propio Broncano hizo referencia a ellas, con su agudo sarcasmo habitual, en el primer programa: «No me ha puesto a mí aquí Pedro Sánchez a mí, como si fuese yo su primo tonto del pueblo, no me hace falta». «¿No somos los sicarios del ‘Perro’, no somos los lameculos de Puigdemont?», insistía Ricardo Castella, un colaborador habitual. Otro, Grison, exhibió un tatuaje del presidente del Gobierno en un pectoral (en el otro llevaba dibujado a Motos). «En la decisión de TVE evidentemente hay una dimensión política, de contraprogramar a ‘El hormiguero’, desde un punto de audiencia e ideológico también», afirma Tous.

Pero, dentro de la guerra global entre los dos espacios, seguramente es más importante la batalla generacional que la política. Broncano exhibe en La 1 el estilo desenfadado que ya enseñó durante los últimos seis años en ‘La resistencia’, en Movistar + –la manifestación más clara son las preguntas sobre el dinero que atesora y cúanta actividad sexual tiene cada invitado, que se mantienen– , y también en ‘La vida moderna’, de la Ser. Con un lenguaje más cercano a las nuevas generaciones que el de sus competidores, es la clara apuesta de TVE por intentar llegar a unas capas de la población que han dejado de ver la televisión como la veían sus padres.

También por eso es decisiva la contundencia del fuego de apoyo a ‘La revuelta’ que se concentra en las redes sociales: el programa ya cuenta con más de 120.000 seguidores en X y 250.000 en Instagram, aún muy lejos de los más de dos millones que tiene ‘El hormiguero’ en cada una de esas plataformas. 

En caída libre

Según todos los informes, solo entre los mayores de 65 años el consumo de televisión convencional resiste con robustez el empuje de las plataformas. Pero el análisis de la industria televisiva de Barlovento Comunicación para 2023 desvela que ese año fue el de menor consumo de canales tradicionales desde 1992, así que los séniors no bastan para sostener el negocio. Según ese estudio, la caída de estas cadenas en el año pasado fue de un 2,2% con respecto a 2022, y el consumo de tele convencional descendió por tercer ejercicio consecutivo, hasta las tres horas al día. Fuentes del sector apuntan a que en los próximos días se conocerán nuevos datos que apuntalan la tesis de que la caída del consumo clásico de televisión está lejos de haber tocado fondo, a pesar del revulsivo que ha supuesto la guerra entre Broncano y Motos.

«Las cadenas y los medios por lo general se preocupan por no perder audiencia, especialmente a la joven, porque es su futuro. Es normal que apuesten por nuevas fórmulas o formatos que consideren que funcionan en otras cadenas o plataformas», sostiene la profesora Tous. Y añade, con respecto a la nueva ‘guerra de las ondas’: «El deber de una televisión por ejemplo sería alternar entre apuestas para gente mayor y estos nichos nuevos, y en este sentido creo que estratégicamente la apuesta de TVE por Broncano es correcta para rejuvenecer parte de su audiencia». La batalla entre los dos presentadores, que acaba de comenzar, es un episodio más de una transformación de mucha mayor profundidad.

Estaba previsto que la nueva guerra de las ondas tuviera tres contendientes, y no dos. Pero Carlos Latre, que con ‘Babylon show‘ debía plantar cara desde Telecinco a David Broncano y Pablo Motos, se ha salido del circuito en la primera curva. Estrenado hace solo tres semanas, el del pasado miércoles fue el último programa que se emitió; en total han sido 13. Las bajas audiencias, un problema que se incrementó a partir del lunes, han tenido la culpa.

Latre lanzó un mensaje sobre la situación en su despedida: «Yo no hago guerras, no hemos hecho guerras, solo hemos hecho televisión. Solo hemos intentado entreteneros, que paséis un buen rato, intentar cambiar las cosas de alguna manera, porque basta de enfrentamientos, basta de polaridad».

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