Cuanto más sencilla y directa, mejor. El grupo de investigadores del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) de Cataluña que trabaja en el desarrollo de una nueva etiqueta ambiental, por encargo de la Unión Europea, tiene muy clara esta premisa. «El comprador no tiene tiempo que perder y se le ha de dar información sintética, que pueda comprender de un vistazo», detalla Ralph Rosenbaum, jefe del equipo, que participa en este proyecto junto a científicos franceses, neerlandeses y alemanes. El objetivo es crear un distintivo que informe a los consumidores del impacto ecológico que tienen los alimentos, desde la preparación para la producción hasta que se convierten en residuos o son reaprovechados. Algunos países, como Francia, ya han anunciado que la implantarán a partir del año próximo. En España es, de momento, una de las cuestiones que está sobre la mesa de quienes redactan la futura Estrategia Nacional de Alimentación (ENA), según ha informado el Ministerio de Agricultura y Alimentación a este diario.

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