Màgic Albert, un joven mago mallorquín de 27 años, ha hecho del ilusionismo su vida desde los seis años. Con un estilo único que mezcla magia y humor mallorquín, ha capturado la atención del público en Baleares. «Mi objetivo es que la gente se ilusione, se lo pase bien y tenga una experiencia única que no pueda ver en otro sitio», asegura el ilusionista.
Desde que recibió su primera caja de Magia Borrás como regalo de Navidad, Albert se sumergió en un aprendizaje autodidacta, devorando libros y desarrollando habilidades que le llevarían a sus primeras actuaciones a los 15 años. A los 20 dejó atrás su trabajo como profesor para dedicarse de lleno al ilusionismo, una decisión que describe como un salto hacia lo que siempre sintió que debía hacer. «Ser artista no es fácil, y más difícil aún es vivir solo de la magia, pero creo que la clave está en diferenciarse y ofrecer algo que nadie más pueda hacer», reflexiona.
Experiencia interactiva
Albert se ha especializado en grandes ilusiones, aquellos trucos de alto impacto que requieren un escenario amplio, como las famosas cajas donde desaparecen asistentes o los efectos de levitación. Para él la magia no solo es un espectáculo de truco y misterio, sino una experiencia interactiva donde el auditorio juega un papel crucial. «En mis espectáculos, casi el 50% es la complicidad con el público. Es un show muy participativo y creo que eso también es parte de lo que me diferencia», explica.
En un mundo cada vez más digital, Màgic Albert se mantiene a la vanguardia adaptando su magia a la era tecnológica. «Siempre intento integrar elementos interactivos más actuales, como las redes sociales y los teléfonos móviles, que puedan sorprender al público», comenta. La tecnología, lejos de ser una amenaza para sus trucos, se convierte en una herramienta más para maravillar a los espectadores.
Además de sus actuaciones habituales en hoteles y eventos turísticos, Albert trabaja intensamente en nuevos proyectos los meses de invierno. «Siempre estamos creando y reinventando. Después de la temporada de verano, nos enfocamos en la campaña de Navidad, un momento clave porque la magia está muy asociada a estas fechas. Es una época en la que nunca faltan los espectáculos y las galas», tal como señala Albert.
A la vez, está inmerso en la producción de un gran show de ilusiones en Mallorca, un proyecto ambicioso que lleva tiempo cocinándose y que promete ser un éxito en su carrera. «Es algo que mucha gente ya está esperando y estoy seguro de que cuando salga a la luz será algo muy especial», adelanta con entusiasmo.
Exigencia de perfección
Màgic Albert no se deja intimidar por las dificultades que conlleva ser un ilusionista en el competitivo mundo del espectáculo. Para él lo más difícil es la constante exigencia de perfección: «Un fallo no solo rompe la ilusión, sino que revela el truco, algo que para nosotros es imperdonable. La responsabilidad de no desilusionar al público nos obliga a ensayar y practicar sin descanso».
A pesar de ello, su pasión y compromiso con la magia son inquebrantables y eso es lo que lo mantiene avanzando: «Al final, lo más gratificante de todo es ver la felicidad en la cara de la gente. Saber que has conseguido sorprenderles y hacerles olvidar el mundo por un rato es lo que realmente me impulsa a seguir».
Mirando al futuro, Albert es optimista: «La magia está en auge, cada vez se valora más y el público la consume con ganas. Aunque hay mucha competencia, yo veo que cada año hay más trabajo y la gente responde muy bien». A pesar de los desafíos, como la presión de mantener la ilusión sin errores que desvelen los secretos, el mallorquín encuentra su mayor recompensa en las reacciones de los asistentes. «Ver la cara de sorpresa de un niño o la emoción de alguien que no se esperaba lo que ha visto no tiene precio», concluye.