La República Islámica de Mauritania es a la vez un país enorme y pequeño. Tiene una gran extensión, de más de un millón de kilómetros cuadrados, el doble que España. Pero muy poca población: 4,6 millones de habitantes, menos que la Comunidad Valenciana. Está dominado por la crudeza del desierto del Sáhara: en el norte, en la frontera con Marruecos y Argelia, hay dunas vivas, que se mueven y no permiten la vegetación, y la zona es seca y muy despoblada; en el sur, donde colinda con Senegal y Malí, hay ya dunas fijas, con algo de lluvia y hierba en el valle del río Senegal; pasto para el ganado. La mejor área son las mesetas del centro, con lluvias relativamente abundantes.
Es precisamente esa geografía tan dura una de las dificultades de las autoridades mauritanas para controlar su territorio y luchar contra las mafias de tráfico de personas. La costa es de difícil acceso porque tiene bancos de arena que dificultan la navegación de buques grandes. Desde allí salen centenares de cayucos que llegan a Canarias con ciudadanos de varios países subsaharianos, sobre todo de Malí o Senegal.
En Mauritania acaban de aterrizar el presidente Pedro Sánchez y la ministra de Migraciones, Elma Saiz. Pretenden reforzar la cooperación con la República en la contención de la inmigración irregular. Es la primera parada de una gira africana que les llevará también, este miércoles y jueves, a Senegal y a Gambia.
No parten de cero, solo tendrán que reforzar la colaboración en marcha. España tiene ya desplegados en Mauritania 43 efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, fruto de un acuerdo para la lucha contra la inmigración irregular, según los datos aportados por Interior a este diario. La Guardia Civil opera en Mauritania dos patrulleras, un helicóptero y 14 vehículos todoterreno, periódicamente reforzados con un avión de vigilancia y un buque oceánico. Tiene allí 34 efectivos, que incluyen dos oficiales de enlace y los integrantes de los destacamentos aéreos, marítimos y terrestres de las ciudades de Nuakchot (la capital) y Nuadibú. Hay, además, seis policías en un equipo conjunto de investigación y otros tres integrados en un equipo de la UE.
“Los grupos yihadistas y separatistas de Malí utilizan las zonas fronterizas con Mauritania para esconderse, descansar, huir de las fuerzas armadas malienses. Eso tensa la situación entre las autoridades mauritanas y malienses», dice Beatriz de León Cobo
Por otro lado, este miércoles entra en vigor la exigencia de visado de tránsito a los ciudadanos mauritanos que hagan escala en nuestro país, según confirma el Gobierno a este periódico. Es un endurecimiento de las condiciones de viaje que pretende evitar que aprovechen esa escala para entrar en el país. Este hecho no tiene relación con el viaje, pero da muestra de los pasos que está dando el Ejecutivo para minimizar el impacto migratorio desde Mauritania.
Mauritania, un país de salida afectado por la crisis del Sahel
Mauritania es el nodo principal de la ruta migratoria del África occidental, que tiene como destino las Islas Canarias. En 2023, la inestabilidad de la región del Sahel, al sur del Sáhara (sobre todo, Malí, Níger y Burkina Faso) provocó que se triplicaran las llegadas, según Frontex, la agencia europea de fronteras. Los traficantes de personas utilizan embarcaciones alargadas de pesca típicas de la zona, los cayucos, capaces de transportar a un gran número de inmigrantes. Muchos mueren en el trayecto. Varios miles, según la única organización que estima el dato, Caminando Fronteras, se pierden en el Atlántico. En ocasiones, las corrientes llevan las embarcaciones a la deriva hasta el Caribe, al otro lado del océano. Varios cayucos con los restos sin vida de sus tripulantes han sido encontrados en localidades tan lejanas como la isla caribeña de Tobago, según una investigación de la agencia AP.
Pero Mauritania es principalmente un país de tránsito. Los que vienen a España son de otros países subsaharianos. En los últimos tiempos, sobre todo, de Malí. Los malienses son ya la primera nacionalidad de los inmigrantes irregulares en España, por encima de los marroquíes. Según los últimos datos de la agencia de fronteras europeas Frontex, cerca de 10.000 malienses entraron irregularmente en España en lo que va de año, de un total de cerca de 22.000. La segunda nacionalidad es la senegalesa, con 4.300 y en tercer lugar la marroquí, con 2.000.
Malí vive desde hace años una crisis de seguridad que involucra a los tuareg, a grupos yihadistas, al Ejército regular y a mercenarios rusos de Wagner (ahora África Corps), que ha provocado miles de muertos y dos golpes de Estado en el país. Esto ha provocado el desplazamiento de millones de malienses. Alrededor de 200.000 han cruzado hacia Mauritania y viven allí como refugiados, según fuentes del Gobierno español. El país ha regularizado ya a 143.000. Pero muchos parten desde las costas de la capital, Nuakchot, rumbo a Canarias. “Muchos de los casos que atendemos provienen de la región fronteriza de Malí. El campo de refugiados mauritano está sobrepasado porque la crisis del país vecino se está agravando. La mayoría son niños y niñas”, asegura Horacio Paniah, director de Save The Children en Mauritania, a RTVE. El asunto preocupa no solo en Madrid, sino también en Bruselas, que lanzó un paquete de ayudas para el país de 210 millones de euros y lo oficializó con una visita de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, junto a Pedro Sánchez, el pasado mes de febrero.
“La crisis de seguridad en Malí está impactando gravemente la seguridad en Mauritania y en Senegal”, subraya a este diario Beatriz de León Cobo, investigadora y analista especializada en seguridad, dinámica de conflictos y radicalización violenta en África Occidental y el Sahel. “En todo caso, no hay que exagerar el nexo causal entre la violencia en Mali y la inmigración irregular: la mayoría de desplazados por los conflictos se queda en localidades o paises limítrofes. La mayoría de migrantes del África occidental que quieren venir a Europa siguen siendo migrantes económicos, aunque evidentemente el conflicto causa pobreza y el número de refugiados malienses por la violencia ha aumentado y va a seguir aumentando».
La violencia en Malí presiona a Mauritania
La analista apunta a varios factores que han incrementado esa presión migratoria desde Malí hacia Mauritania. El primero es la violencia en la región maliense de Tombuctú, especialmente desde que en 2023 se reanudaron los enfrentamientos entre los separatistas tuareg con las Fuerzas Armadas malienses, apoyadas por los mercenarios rusos del grupo Wagner, ahora rebautizado como África Corps. El segundo es la expansión y la consolidación del grupo terrorista JNIM, ligado a Al Qaeda en esa región. Debido a este nivel de violencia, muchos se han ido hacia Mbera, el campo de refugiados más importante en Mauritania.
Además, muchos malienses están huyendo por el lado mauritano en lugar de hacia Argelia debido a la violencia continuada en Kidal, que era una de las rutas naturales de migración de Africa occidental.
Mauritania recibe más inmigración por la crisis en Malí, pero también más tensión bélica. “Los grupos yihadistas y separatistas (sobre todo JNIM y CSP) utilizan las zonas fronterizas principalmente con Mauritania para esconderse, descansar, huir de las fuerzas armadas malienses”, subraya de León Cobo. «De hecho, hace unos meses, la situación fue muy tensa entre las autoridades mauritanas y malienses. Ha habido bastantes incidentes en el bosque de Wagado, cerca de la frontera. Wagner entró en la localidad de Madalla, en Mauritania ene abril. Allí, secuestraron y mataron a varios jóvenes que Wagner consideraba terroristas”.